domingo, 15 de diciembre de 2013

La Naranja Mecánica (1971)

CURSO 2013 - 2014. SESIÓN 3

Título original: A Clockwork Orange.
Fecha de emisión: 20 de Diciembre de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.
Película no recomendada a menores de 18 años.




SINOPSIS

Gran Bretaña, en un futuro indeterminado Alex (Malcolm McDowell), es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de reeducación que pretende anular drásticamente cualquier atisbo de conducta antisocial.

TRÁILER





CRÍTICA

Hasta hace unos cuantos años yo era un defensor acérrimo de esta película, hasta considerarla una de las cotas más altas de Kubrick. Sin embargo, en este repaso de su obra, el revisado de ‘La naranja mecánica’ me ha descubierto un film totalmente irritante, también muy bien filmado; una historia exagerada, también llena de interés —no obstante parte de la novela escrita por Anthony Burgess—, y sobre todo algo que rara vez se encuentra en el cine del director neoyorquino, una inmensa distancia entre forma y fondo. Kubrick, uno de los directores más perfeccionistas de la historia, lleva al extremo su peculiar estilo, intentando una propuesta parecida a la de ‘2001: Una odisea del espacio’ (‘2001: A Space Odissey’, 1968), pero con la violencia como telón de fondo.


Como en muchas de sus obras Kubrick —que por primera vez se enfrentaba en solitario a la escritura de un guión— divide su película en tres actos perfectamente diferenciables. El primero narra sin orden ni criterio las andanzas de Alex, el principal protagonista de la historia, y sus drugos, mientras hacen de las suyas. Violaciones, peleas, asesinatos, única y exclusivamente viven para ello. La puesta en escena de Kubrick es muy precisa, nunca mostrando más de lo necesario, aunque en 1972 muchos se rasgaron las vestiduras. Queda claro que la intención de Kubrick es provocar, y ciertamente lo consigue —yo hablaría más bien de irritar—, pero no porque las escenas de este primer bloque sean extremadamente violentas, sino porque no hay explicación alguna a los acontecimientos que pasean por delante de nuestra retina.

No sabemos, ni lo dan a entender, las motivaciones de Alex y sus amigos para la violencia que corre por sus venas. En un futuro lejano o cercano, en una Inglaterra que parece ubicada en cualquier otra parte, Alex y sus drugos corren a sus anchas practicando la anarquía, dando a entender que ese comportamiento extremo es algo completamente natural en la sociedad en la que viven. Antes de saltar al segundo bloque, Kubrick nos da la oportunidad de ver cómo vive Alex. En casa de sus padres, escuchando discos de Ludwig van Beethoven, se dedica a hacer novillos para no ir a clases, o a llevarse a un par de chicas a casa para hacer un trío. Incluso recibe la visita de un asistente social, escena con claras connotaciones sexuales que se quedan ahí. Después de todo Kubrick es atrevido, pero quizá no tanto.

El segundo bloque narra cómo apresan y encarcelan a Álex, que ha sido traicionado por su propios compañeros, sin que quedan demasiado claras las razones de ello. Acusado de la muerte de una mujer, cumplirá 14 años de prisión. Kubrick emplea un tiempo desmesurado en narrar cosas anecdóticas, como el ingreso de Alex en la prisión. Éste pasa de ser una persona extremadamente violenta e irreverente a ser un preso modélico. Esta parte está llena de humor, todos sabemos que Alex está fingiendo, su único interés es portarse bien para someterse a un experimento nuevo sobre rehabilitación por el cual le concederán la libertad. Lo que sea con tal de salir de la cárcel.


Antes de saltar al tercer bloque, se produce uno de los puntos más interesantes del relato. Kubrick arremete contra la Iglesia a través de la figura de un cura, que es algo así como el tutor de Álex, al que éste engaña vilmente haciéndole creer que desea ser buena persona. Son varias las escenas en las que el director ridiculiza la religión, pero al mismo tiempo pone en boca de dicho personaje la frase más coherente de todo el relato, aquella en la que se queja del experimento del gobierno para rehabilitar a violentos, alegando que con ello se anula por completo la capacidad del ser humano para elegir. La denuncia de Kubrick empieza a tomar forma. Hemos asistido a las atrocidades de Alex, y ahora es él quien se somete a otro tipo de hechos atroces, con la diferencia de que éstos están respaldados por la ley.

El tercer bloque nos presenta a un Álex recuperado para la sociedad, pero irónicamente todo le sale mal. En un relato totalmente simétrico, Kubrick devuelve a Álex a los lugares en los que estuvo antes de ir a la cárcel. Se encuentra con un mendigo al que le dieron una paliza, y esta vez nuestro sufrido protagonista es el que recibe patadas y puñetazos. Es salvado de dicha situación por sus antiguos amigos, que ahora son policías, y casi moribundo termina en una casa en la que violó a una mujer y dejó paralítico a su marido. Éste, que ha oído hablar de Álex en los periódicos le utiliza para fines políticos y le provoca un intento de suicidio. Alex comprende que la libertad tiene un precio muy alto, pero aún así las cosas se pondrán finalmente de su lado. Se dejará utilizar como instrumento mediático para atacar los terroríficos métodos del gobierno para rehabilitar a delincuentes. Beethoven suena de nuevo en todos su esplendor —en dos altavoces que prácticamente parecen dos monolitos, en una clara alusión al anterior film de Kubrick—, y Álex se recupera del todo.

Dejando a un lado la pericia técnica del film, Kubrick no llega a ningún lado con su continua provocación. Deja a Álex igual que al principio, con sus mismos deseos e impulsos, sólo que esta vez es admirado por todo el mundo, que le mira de forma compasiva por ser el resultado de los feroces experimentos del gobierno. Cuentan que Kubrick obvió el último episodio de la novela de Burgess debido a que se estaba leyendo la edición americana que no contenía dicho epílogo. En él se narraba cómo Álex volvía a las andadas pero finalmente dejaba su postura violenta por aburrimiento, llegando a formar una familia. En el film de Kubrick, Alex —un entregado Malcolm McDowell, a ratos muy histriónico e insoportable— no evoluciona, el personaje no tiene curva, aunque parezca que sí.


De esta forma, Kubrick no llega tan lejos como Burgess, y lo que es peor, su película lanza un discurso bastante demagógico sobre la violencia, resultando casi sin querer —o tal vez sí— una de las más grandes apologías de la misma jamás vistas en una pantalla. Ese futuro en el que todos los jóvenes son cool, los ancianos vagabundos borrachos, y cualquier representante del poder un ser desalmado, deja en evidencia las ganas de Kubrick por resultar polémico solo porque sí. La película fue retirada de Inglaterra por el propio director cuando se enteró de que un grupo de jóvenes imitaban a los drugos del film. No volvió a reponerse hasta el año 2.000.

‘La naranja mecánica’ es una excelente película para cuando uno es adolescente, y la rebelión contra todo poder está a flor de piel. Pasado el tiempo, a mí se me revela como un film fascinante visualmente —en eso Kubrick era de los grandes, sin lugar a dudas—, pero que no pasa de ahí, a pesar de los profundos toques de ironía, y que mostraban a un Kubrick con algo decían no tenía, sentido del humor. De eso en ‘La naranja mecánica’ hay bastante.

Alberto Abuín. (blogdecine.com)

miércoles, 20 de noviembre de 2013

The Return (2003)

CURSO 2013 - 2014. SESIÓN 2

Título original: "Vozvrashchenie" 

Fecha de Emisión: 22 de Noviembre de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.







SINOPSIS

La vida de dos hermanos sufre un brusco cambio cuando de repente aparece su padre, al que sólo recordaban por una vieja fotografía. ¿Es realmente su padre? ¿Por qué ha vuelto después de tanto tiempo? Los chicos encontrarán la respuesta a sus preguntas en una remota y solitaria isla, después de un emocionante viaje con su padre por los bellos parajes de Siberia. Ópera prima del realizador ruso Andrey Zvyagintsev, nacido en 1964, autor de varios filmes para la televisión rusa. León de Oro en Venecia, donde fue calificada por la crítica como "un film sobre el amor, la pérdida de los afectos y el ingreso en la edad adulta, de irresistible fuerza emocional."



TRAILER


CRÍTICA



En busca del padre ausente
  Galardonada con el León de Oro en la pasada Mostra de Venecia y con el Premio del Jurado en el de Gijón, este debut del ruso An-drey Zvyagintsev viene a incidir en la necesidad de conocer al pa-dre, y en su necesaria presencia junto a la madre en la educación de los hijos para el armónico desarrollo de su personalidad. Para ello, Zvyagintsev sigue la estela de Tarkovski y Sokurov, con una estética que busca capturar el tiempo y adentrarse en el alma de sus protagonistas.
http://www.labutaca.net/fotos/23/elregreso/regreso6.jpg  Andrey e Ivan son dos hermanos adolescentes que ven cómo un día re-gresa un padre para ellos conocido sólo por las fotografías. Su reacción es dispar, y mientras que en el prime-ro surge un sentimiento de admira-ción, en el más pequeño nace el rece-lo y la desconfianza. Es una vuelta a casa llena de misterio y enigmas, co-mo lo es su pasado y los motivos que le mueven a llevar a sus hijos de ex-cursión durante varios días. Asistimos a las difíciles relaciones entre un pa-dre autoritario y unos hijos que inician un viaje de maduración, que pasa ne-cesariamente por el conocimiento de quién es su padre o por la su-peración de unos temores y juegos infantiles. Este viaje es una au-téntica odisea de siete días, contada al hilo de un diario, el mismo que llevan los dos hermanos en su excursión de pesca. Presen-ciamos el drama interior de un padre que entiende la educación al estilo militar, que busca hacer madurar a sus hijos con una salida que se convierte en auténtica jornada de supervivencia; tiene buen corazón, pero sus formas son autoritarias y enigmáticas, y arras-tran a la admiración pero no al cariño. El drama de los hijos, espe-cialmente el de Ivan –bajo cuya mirada contemplamos toda la his-toria–, no es menor y se inicia con un juego en el que se pone a prueba la valentía y el orgullo entre los amigos, y que a la postre resultará decisivo. Al desencuentro entre padre e hijos se le puede añadir otra interpretación más política y sociológica, de manera que nos hablaría de las dificultades de una Rusia poscomunista para abrirse camino tras una cultura y formación basada en las ideas de fuerza e imposición desde el poder.
  Cine, como el de Tarkovski, que invita a la reflexión, a responder a multitud de preguntas e incógnitas. Son las que Ivan se formula y dirige a su padre, deseoso de conocer sus intenciones y los moti-vos que le mueven en su actuar. Y cine de imágenes llenas de poesía, que penetra en el interior de sus personajes para dejar ver la soledad y la desolación que albergan, captados con maestría por una fotografía que recoge unos paisajes gélidos y desiertos, y por un sonido que resalta el valor de los silencios. A esta calidad formal hay que añadir una estructura narrativa bien construida que sabe mantener los tempos adecuados y una intriga desasosegante, además de unas interpretaciones que trasmiten toda el drama y el misterio que la historia encierra.
http://www.labutaca.net/fotos/23/elregreso/regreso7.jpg



  Película sobre el tantas veces trata-do tema de la ausencia del padre, pero a la que el director ruso imprime un aire dramático y lleno de vida que estremece al espectador. No es una película al uso, sino una introspección en lo más interior e intemporal del hombre, al que lleva a pensar y a la vez a gozar de unas existencias tris-tes que buscan conocer su identidad para recorrer con seguridad el camino de la vida. Intencionadamente oscura y críptica en su interpretación, busca la complicidad de la inteligencia del espectador hasta convertirlo en coautor de la historia: nada es nítido porque su director entiende el cine “como una relación espiritual en que las emociones no deben someterse a las palabras”. No es, por tanto, una película de palo-mitas sino de ideas y sentimientos que sobrecogerán al espectador hasta hacerle pensar y sentirse vivo interiormente.

jueves, 10 de octubre de 2013

Midnight in Paris.

Midnight in Paris (2011)

CURSO 2013 - 2014. SESIÓN 1

Título original: Midnight in Paris
Fecha de Emisión: 18 de Octubre de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.

SINOPSIS

Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del Barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer...

TRAILER


 

CRÍTICA

Para los idealistas, los románticos o los artistas, la inmortal capital francesa será siempre el único rincón del mundo en que los sueños pueden llegar a hacerse realidad. Los escritores de la Generación perdida la convirtieron en su refugio, mientras Cole Porter arrancaba las más deliciosas notas al piano, y los cineastas de Hollywood década tras década encontraban en sus calles idílicos escenarios de maravillosos cuentos de amor. Woody Allen, irredento romántico, educado con las almibaradas cintas de la Metro, en su nueva película no pretende apartarse de una mirada idealizada, turística o incluso superficial. Al igual que su  protagonista parece haber viajado en el tiempo para reencontrar la inspiración perdida desde hace años. Para su nueva propuesta, el cineasta recupera la magia y la fantasía en su filmografía, dejando atrás el tono escéptico y negro que la había presidido en los últimos trabajos. Sin embargo, lejos de perjudicarle, el conjunto de Midnight in Paris (2011) desprende una luminosidad en verdad arrebatadora, hasta el punto de que el realizador firma la más notable de sus propuestas en mucho tiempo. Obviamente, no podemos comparar un título tan acomodaticio e incluso banal como éste con producciones mucho más elaboradas y arriesgadas como Match point (2005) y El sueño de Cassandra (Cassandra´s dream, 2007),  a las que a estas alturas ya deberíamos considerar, sin ánimo de error, como sus dos últimas obras maestras. Aún así, no debemos olvidar que estos dos títulos del ciclo londinense, por desgracia desvirtuado con la mediocre Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), continúan imponiéndose en su trayectoria como extrañas e inesperadas piezas cargadas de madurez que revelan un talento dramático insólito en un autor al que se tenía perfectamente situado; es decir, hacía muchos años que Allen utilizando el esquema clásico de sus películas más reconocibles no firmaba un filme verdaderamente conseguido, tal vez desde los ya lejanos tiempos de la maravillosa Balas sobre Broadway (Bullets over Broadway, 1994). Allen recupera de previas realizaciones como  La rosa púrpura del Cairo (The Purple Rose of Cairo, 1985) la magia que quiebra la realidad. Como en aquella  película, el día a día de Gil Pender es tan hostil y gris como para la inolvidable Cecilia. Los personajes que le rodean en el mundo real son fríos, distantes y por supuesto no le comprenden. Por tanto al igual que le sucedía a la pobre empleada, el guionista, que trata de convertirse en escritor, sólo se siente feliz cuando deja volar su imaginación. Precisamente, como un enamorado de las viejas películas de Hollywood en que cualquier fantasía podía llegar a cumplirse, Allen en París concede a su protagonista el deseo de escapar y viajar hasta los amados años veinte y encontrarse con Gertrude Stein, el matrimonio Fitzgerald, Hemingway, un alelado Luis Buñuel o un alucinado Salvador Dalí (bordado por un hilarante Adrien Brody), y vivir una historia de amor con la amante de Picasso, la deliciosa Adrianne, a quien interpreta Marion Cotillard, sin duda una de las actrices contemporáneas más bellas y delicadas. Tal y como sucedía en Alice (1990) o la divertidísima Edipo reprimido (Oedipus Wrecks, 1989), la fantasía hace su aparición en el relato con una sencillez arrebatadora, simplemente sucede. La magia se cuela entre los callejones de París y atrapa a Gil en su vagabundeo a medianoche. Y de alguna manera nos emociona y sobrecoge la facilidad del realizador para lograr que viajemos junto al protagonista ochenta años hacia atrás, evitando subrayados o elementos ajenos a su propuesta visual.

Sobre otros dos grandes pilares se sostiene esta película. Por una parte, la maravillosa luz que envuelve todas las imágenes, obra del iraní Darius Khondji, quien además de trabajar anteriormente con Allen en la discutible Todo lo demás (Anything Else, 2003), ha puesto su luz al servicio de autores tan diversos como Haneke, Polanski o David Fincher. Y por otra, la magnífica creación de Owen Wilson, quien interpretando, por supuesto, a un trasunto del propio cineasta, consigue que nos olvidemos por completo de éste, hasta el punto de alzarse, con pleno derecho, como el actor que mejor ha sabido dar vida a Woody Allen, con permiso, claro, de Diane Keaton, Mia Farrow y John Cusack.
¿Banal, turístico? Sin duda, pero también un artista en crisis desde hace mucho tiempo que demuestra que todavía es capaz de construir un honesto y emotivo filme alrededor de sus obsesiones y referentes de siempre. Tal vez sea poco, para quienes esperamos que Allen vuelva a realizar piezas tan rotundas como Manhattan (1979),  Zelig (1983) o Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanors, 1989), pero Midnight in Paris con todas sus irregularidades es una de las fábulas más ingenuas y divertidas de los últimos años. Anunciado ya un nuevo trabajo, Bop Decameron, situado en Roma, y protagonizado por Jesse Eisemberg, Ellen Page, Roberto Benigni o Penélope Cruz, queda claro que Allen continúa incansable con su inagotable ritmo de trabajo. Lejos de sus años dorados, sin duda, el cineasta no deja indiferente a ningún espectador.

Por Ramón Alfonso (miradasdecine.net)

sábado, 20 de abril de 2013

Alguien Voló sobre el Nido del Cuco (1975)

CURSO 2012 - 2013. SESIÓN 4

Título original: One Flew over the Cuckoo's Nest.
Fecha de Emisión: 26 de Abril de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo del Dr. Jorge Plaja Rustein, psiquiatra infanto-juvenil del Hospital de La Palma.

                                             


SINOPSIS

Randle McMurphy (Jack Nicholson), un violador de espíritu libre, que vive contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará desencadenando una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica con la fría y severa enfermera Ratched (Louise Fletcher) a la cabeza. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego.


TRÁILER





CRÍTICA

Las adaptaciones de buenas obras literarias al cine son una apuesta arriesgada por el difícil reto de igualar e incluso superar un texto que de por sí ya es de gran calidad. En el caso de Alguien voló sobre el nido del cuco, llevada a la gran pantalla por el realizador de origen checoslovaco Milos Forman en el año 1975, el punto de partida fue la novela que el escritor de la famosa Generación beat americana Ken Kesey escribió en plena década de los agitados sesenta, y que se convirtió, quizás impulsada por el éxito posterior de su adaptación al cine, en un canto de rebeldía contra cualquier sistema social que oprimiese la libertad de sus individuos.

La historia narra la estancia de Randle McMurphy (Jack Nicholson) en un manicomio, tras haber conseguido zafarse de los trabajos forzosos en una institución penitenciaria haciéndose pasar por loco, permitiéndole así, según parece creer, poder llevar una reclusión más agradable. En su nueva "prisión", McMurphy conocerá a sus compañeros internos, unos seres que intentan resistir en un lugar en el que se sienten protegidos y alejados de una sociedad que los rechaza por su condición diferente de la mayoría y que los margina como seres indeseables para el sistema. Pero la realidad es muy diferente, y lejos de vivir felices y distantes en su estado de alienación protector (la mayoría de pacientes, -como más tarde descubrirá McMurphy- están recluidos en la institución de manera voluntaria), estos seres siguen igualmente sometidos al yugo de un sistema que en este caso tiene sus límites en las paredes del manicomio, cuyo gran dictador máximo estará personificado en la figura de la enfermera-jefe, la Srta. Ratched (Louise Fletcher). Ésta, tras una pétrea máscara de falsa dulzura y comprensión, somete cruelmente a estos hombres dentro de unas normas que no son más que la extensión de ese mundo exterior que los rechaza y olvida. Entre ellos, MacMurphy entabla especial relación con un enorme hombre de raza india, al que todos llaman el Jefe Bromden quien, como descubrirá más tarde McMurphy, finge ser sordomudo para conseguir el aislamiento total del mundo que le rodea.

                                  

Randle entrará en este sistema como revulsivo hacia esas normas. Con su carácter inconformista y rebelde, tratará de mejorar sus condiciones de internamiento y las de sus compañeros, despertando en ellos la reflexión sobre sus vidas y sus derechos, pero propiciando a cambio la horrible represión de su actitud, que conseguirá anularlo definitivamente y someterlo a las condiciones que el sistema establece.

El guión, escrito por Bo Goldman, fue encargado por Saul Zentz y Michael Douglas, quien decidió llevar a cabo el anterior proyecto de su padre, que ya había comprado los derechos y lo había adaptado al teatro en años anteriores. Para el papel de McMurphy, protagonista indiscutible del film, se intentó primero contratar a Gene Hackman y a Marlon Brando, pero tras sus respectivos rechazos, se pensó en Jack Nicholson, que ya se estaba consagrando como estrella tras éxitos anteriores como Easy Ryder (Ídem, 1969. Dennis Hopper) o Chinatown (Ídem, 1974. Roman Polanski) y que consiguió con su interpretación uno de los mejores papeles de toda su carrera, por el que obtuvo un merecido Óscar. Para el papel de la enfermera Ratched, y también tras los rechazos de actrices como Angela Landsbury o la mismísima Joan Crawford, se contó con una casi desconocida Louise Fletcher, otro de los grandes aciertos del film (y otro de los óscars obtenidos), pues consiguió interpretar a la perfección a la pérfida enfermera. El personaje de Ratched, segura de su función, cree firmemente en que sus decisiones dictatoriales son por el bien de los enfermos, pero no hace más que ejercer de ejecutante de un sistema represivo que ella ayuda a imponer como anulación definitiva de una mentes que de alguna manera no están más enfermas que la suya propia. El elenco de actores escogidos para los papeles secundarios se basó en caras desconocidas en aquel entonces, pero que después encontraron en muchos casos un hueco de diversa importancia en la industria del cine. De entre ellos, el impresionante Will Sampson, en su papel de Gran Jefe Bromden; el entonces desconocido Danny De Vito, que interpreta a Martini y que consigue lograr una de los papeles más creíbles y sobrecogedores de entre todos los del reparto, Christopher Lloyd como Taber, tristemente más recordado por sus viajes al futuro junto a Michael J.Fox que por sus grandes actuaciones o Vincent Schiavelli como Frederickson, inconfundible por su imponente y extraño físico. Otros, como William Redfield en el papel de Harding, y que tenía mucho más peso e importancia en la novela, o como Brad Dourif, el reciente "lengua de Serpiente" de la entrega de El Señor de los anillos: Las dos torres (The lord of the rings: The two towers, 2002. Peter Jackson), no son tan recordados por el público, aunque sus interpretaciones son también impecables.

                                 

El rodaje se llevó a cabo en un hospital psiquiátrico, la institución Estatal de Oregón, y el reparto estuvo durante diez días literalmente encerrado entre esas cuatro paredes, conviviendo con enfermos reales y asistiendo incluso a terapias de grupo para entender mejor la vida de esas personas. Los actores dormían en celdas individuales, y ensayaban constantemente los diálogos del guión, mientras Forman los filmaba sin parar. Todo ello propició el sobrecogedor aire de realismo que respira la cinta. La frialdad del espacio, la sensación de desesperación y de soledad en la que se mueven los personajes, contrasta violentamente con la única escena que se desarrolla fuera del psiquiátrico, en la que McMurphy escapa con sus compañeros para pasar un día pescando, uno de las dos únicos momentos de libertad total del que podrán disfrutar (el otro será la alocada juerga que montan a escondidas una noche).

A Ken Kesey, autor del libro, no le gustó la versión que hicieron Douglas y Zaentz, basándose en su descontento por la elección de un Nicholson que a su entender no casaba para nada con su personaje literario. Efectivamente, Nicholson era diferente al McMurphy del libro, menos rudo y reflexivo, aunque curiosamente, llegó a ser tan creíble, que incluso en muchos casos superó sobradamente a su homónimo literario. La novela fue alterada en muchos aspectos, aunque en todo momento quedó respetada su verdadera esencia. El cambio más radical lo supuso el personaje del indio Bromden. En la novela éste narra los hechos en primera persona, descubriendo al lector sus pensamientos y su treta de engañar a todo el mundo con su silencio fingido. Este hecho hace muy interesante el libro, puesto que permite sumergir al lector en la psicología de un enfermo mental, y descubrirle que tras un demente siempre existe un ser humano, tanto o más cuerdo que mucha gente considerada normal. El Bromden literario comunica sus temores al lector, pero éste recurso, sin duda muy interesante y rico a nivel literario, es del todo imposible en el medio fílmico. El cine no cuenta con los mismos recursos narrativos que posee la literatura, y trasladar a la pantalla una narración en primera persona sería un hecho poco menos que imposible. Por otro lado, el descubrimiento al inicio del secreto de Bromden por parte del espectador le habría hecho perder el interés por una historia que él mismo desea ir descubriendo a través de los hechos. Lo mejor de todo es que Bo Goldman, en su adaptación, y pese a los necesarios cambios, consigue transmitir la misma fuerza que nos llega a través de la novela. Bromden ve en McMurphy a una víctima del sistema. Por su valentía y su rebeldía, el indio lo admira profundamente, pero desconfía de su triunfo, pues le recuerda a la triste historia de su padre (un jefe indio al que las autoridades obligaron a vender sus tierras, arrebatándole el único sentido a su vida), a quien el sistema consiguió vencer dejando simplemente que se autodestruyera hasta morir. Bromden encuentra gracias a McMurphy el valor necesario para huir y retomar su vida, pero su decisión llega demasiado tarde, y McMurphy, fiel a sus compañeros y renunciando a su posibilidad de escape por ellos, acaba doblegado irremediablemente a través de electro-shocks y una definitiva lobotomía. Randle muere a manos de Bromden, aunque su muerte es tan sólo física y la única victoria ante el sistema que ha asesinado su mente. Pero ésta no será inútil, pues Bromden decide entonces liberarse y escapar a una nueva vida, lejos de ataduras y represiones sociales.

La película impactó enormemente por su agria visión de la sociedad y su crítica a cualquier sistema de poder que anule la libertad del ser humano. En una época en la que la reivindicación de los derechos individuales estaba a la orden del día, no fue de extrañar que una historia tan cruda sacudiese a la opinión pública. Ganadora de cinco merecidos premios de la Academia, la adaptación realizada por Forman, excelente director con un talento indiscutible, quedará en la mente de todos como uno de los casos más conmovedores de lo que el cine de denuncia social puede y deber provocar: una reflexión sobre los no siempre acertados mecanismos de convivencia social que todos aceptamos como válidos, aunque se basen en muchos casos en el rechazo a lo diferente y el aislamiento de cualquier conducta que se salga de unas estrictas normas de las que, por activa o por pasiva, todos somos responsables.

Susanna Farré. (miradasdecine.net)

viernes, 8 de marzo de 2013

La Muerte de un Burócrata (1966)

CURSO 2012 - 2013. SESIÓN 3

Título original: La Muerte de un Burócrata.
Fecha de Emisión: 15 de Marzo de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de José Aníbal Campos.



SINOPSIS

Un obrero ejemplar es enterrado con su carnet laboral en reconocimiento a sus méritos, pero su viuda no puede cobrar la pensión sin ese documento. El sobrino del difunto vive alucinantes aventuras para recuperar el carnet de la tumba de su tío.


TRÁILER





CRÍTICAS

CRÍTICA 1



Una de las ventajas de ser guionista es que, cuando alguien te fastidia, puedes utilizar la venganza poética para liberar sentimientos negativos y fobias varias. Eso es lo que hizo el cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea (1928-1996) en su cuarto largometraje “La Muerte de un Burócrata” en 1966. Según él mismo confesara años más tarde:


“Decidí hacer esta película a partir de una experiencia personal. Puede sucederle a cualquiera. Me vi de pronto atrapado en los laberintos de la burocracia a partir de unos problemas muy simples y elementales que quise resolver. Perdí mucho tiempo en eso y decidí hacer justicia por mis propias manos. Pensándolo bien –me dije- mejor hago una película y así me evito líos con la policía. […] Creo que muy pocos burócratas se reconocieron como tales ante el filme. Seguramente se reían, eso sí, de los otros burócratas, los que ellos mismos han tenido que padecer en alguna ocasión”.

Más allá de la anecdótica “venganza” de Tomás G. Alea, “La Muerte de un Burócrata” es una divertidísima comedia negra para el espectador y una tragedia para el protagonista, que se va hundiendo en una historia kafkiana y repleta de situaciones absurdas durante los 85 minutos que dura el filme.


Para delicia de los cinéfilos, Tomás Gutiérrez Alea rinde homenaje a sus cineastas favoritos y hace guiños a escenas y situaciones de películas de Luis Buñuel (Un Perro Andaluz), Harold Lloyd (la escena del reloj de Safety Last), Buster Keaton (transformando las “guerras de tartas” en “guerras de coronas mortuorias”), Charles Chaplin (Tiempos Modernos), las peleas de Laurel y Hardy… Lo que constituye un aliciente extra para decidirse a ver “La Muerte de un Burócrata”, un clásico del cine en español.

Entrevista de Garry Crowdus a Tomás G. Alea. Nueva York, 1979. (reflexionesdeguonista.blogspot.com)

CRÍTICA 2


" [...] sabroso, desprejuiciado, corrosivo, que hace reverdecer la tradición del viejo e ilustre cine cómico (sobre todo, norteamericano), y la pone al servicio de una causa sagrada, la cual tiene, en los países socialistas, un particular fundamento crítico." Aggeo Savioli, L´Unità, Roma, 1966. "Es una película de un cineasta que sabe hacer locuras. Hay alusiones directas a todo tipo de realizadores, desde Buñuel hasta Laurel y Hardy. La comedia abarca desde la farsa campesina hasta los porrazos de Sennet y algunos tipos más sutiles de comedia y de sátira. En conjunto, el tono viene a caer entre Berlanga y Buñuel, pero lo asombroso es la destreza con que Gutiérrez Alea incorpora todas las influencias en un todo único y logrado. Es sin duda el primer director, en los últimos cuarenta años, que haya podido presentar en gran escala los pasteles de crema y los porrazos."
David Robinson, Financial Times. Londres, 1969. 
(masquecine8.galeon.com)

CRÍTICA 3

"Tomás Gutiérrez Alea ha trabajado minuciosamente esta historia sencilla, universal en sus planteamientos (¿quién no se ha visto envuelto alguna vez en la madeja de la burocracia?), con el irritante burocratismo como tema; el resultado es un viaje hilarante por territorios serios, manejado con maravilloso equilibrio por este gran director." 


Norma Mclain Stoop, After Dark. Nueva York, 1978.
(masquecine8.galeon.com)

CRÍTICA 4

"Una vez más la burocracia ocupa su lugar, esta vez en una Cuba revolucionaria donde por lo visto no sólo han mejorado la sociedad, sino que además están dispuestos a admitir que todavía hay que dar algunos pasos en ese largo camino hacia la perfección."


Archer Winston, The New York Post. Nueva York, 1979.
(masquecine8.galeon.com)

CRÍTICA 5

"Esta película, terminada en 1966 -dos años antes de que el mismo director realizara su extraordinaria Memorias del subdesarrollo-, es tanto cine de autor como una sátira social. [...] Alea se las ha arreglado, con notable maestría, para armar una comedia cuya gracia lunática sostiene bien el reto." 


Vincent Canby, The New York Times. Nueva York, 1979.
(masquecine8.galeon.com)




sábado, 16 de febrero de 2013

Tiempos Modernos (1936)

CURSO 2012 - 2013. SESIÓN 2

Título original: Modern Times.
Fecha de emisión: 22 de Febrero de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.



SINOPSIS

Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a la que conoce en la calle.


TRÁILER




CRÍTICA

Tiempos modernos es una historia de un tipo que trabaja en una fábrica en condiciones infrahumanas y un buen día se vuelve loco y la deformación profesional le lleva a asustar a las señoras por la calle con una llave inglesa aunque él, eso sí, cree realizar su trabajo. Después de una temporada en el manicomio es detenido por encabezar una revuelta comunista y en la cárcel monta un altercado tras consumir cocaína. Al salir de presidio comienza un romance al límite con una menor. Se emborracha con un excompañero de trabajo y los delincuentes que le acompañan y termina de nuevo con sus huesos entre rejas. Una vez más sale de prisión y consigue reintegrarse en la sociedad en un trabajo no muy diferente del que tenía al principio. En un desgraciado incidente está a punto de matar a su jefe. Ya fuera del trabajo, el protagonista es nuevamente recluido tras atacar a un agente de la autoridad tirándole un ladrillo a la cabeza. Una vez vuelve a la calle, su excesivamente joven amante le tiene reservado un trabajo en un restaurante como camarero y cantante pero cuando todo parece ir de perlas, la autoridad viene a detener a la muchacha por vagabundear (con lo bonito que es, al menos cuando lo canta Serrat), y tienen que huir a marchas forzadas.


¿Un film a cuatro manos entre Ken Loach y Guy Ritchie? ¿Gaspar Noé y León de Aranoa? Frío, frío. Es una película dirigida únicamente por Charles Chaplin en 1936, justo en medio de la gran depresión, y sorprendentemente nuestra sociedad actual, en medio de otra gran crisis, no parece haber evolucionado demasiado en todo este tiempo. No sería correcto decir que Chaplin era un visionario, porque lo que el cuenta en esta película es una ficción construida en torno a lo que existía ya en las calles en aquel momento. Por supuesto, aunque el resumen expuesto arriba es exactamente lo que sucede en la película, el punto de vista del personaje probablemente sería otro. En pocas palabras, es un obrero con mala suerte.

La primera incursión de Chaplin en el cine sonoro (al que no terminaba de ver con buenos ojos), aunque solo de forma parcial (en esencia se trata de una peli muda exceptuando el número musical donde el director-actor-guionista canta ininteligiblemente y pequeñas líneas de algunos personajes secundarios sobre todo al comienzo) fue una visión crítica de la sociedad capitalista y las consecuencias de esta que terminan siendo sufridas por el pueblo. Como digo, las similitudes con nuestra sociedad actual son escalofriantes ya que nos hacen plantearnos si se ha evolucionado positivamente algo en más de siete décadas.



En aquellos complicados años treinta, tantos y tantos obreros con mala suerte se veían representados en la pantalla y a la vez, como no, encontraban un respiro cómico en los grandiosos sketchs donde Chaplin conseguía tomarse totalmente a cachondeo cosas tan serias como las que se han comentado en el primer párrafo y también un final abierto a la esperanza, que tiene que ser lo último que se pierda.

A través de pequeñas set pieces encadenadas el director de Luces de la ciudad (City Lights, 1931) aprovecha para críticar todos los males que encuentra en esa sociedad consumida por la crisis, y como digo, siempre encontrando ese hueco para el humor. Así, al comienzo, en la secuencia de la fábrica carga contra la exageración de la industrialización en busca de la mayor productividad con aquella máquina que intenta dar de comer a los trabajadores mientras siguen manos a la obra, o ese jefe que cada pocos minutos acelera el ritmo de la cadena de producción con el consecuente sobreesfuerzo que tienen que realizar los trabajadores y que deriva en el obrero protagonista apretando las botonaduras de los escotes de las señoras como si de tuercas se tratase. El ritmo narrativo que consigue Chaplin de esta forma es algo portentoso que muy pocos han podido igualar después con los años y el humor que emplea no se restringe al gag puramente visual, que lo tiene (por ejemplo cuando Chaplin entra en esa casa que es una ruina y se empieza a desmoronar por partes, preferentemente encima suyo), sino que también toca otros palos: hay gags que funcionan gracias a la exageración (el camarero que tarda varios minutos en recorrer el camino desde la cocina a la mesa, inmerso en un mar de parejas bailando que le llevan de un lado a otro, con el consiguiente cabreo del cliente; también la citada máquina de comer), otros se basan en el reflejo de situaciones cotidianas (como un silencio incómodo interrumpido por unos sonidos gástricos) e incluso en el absurdo (como cuando su jefe queda atrapado en los engranajes de la máquina y Chaplin interrumpe la misión de salvamento cuando suena la sirena del almuerzo y comienza a alimentar a duras penas al pobre hombre)

Tiempos modernos es una historia sobre la industria, sobre la iniciativa individual, la cruzada de la humanidad en busca de la felicidad. Pero esto ya lo dicen al principio. Lo mejor es verlo por uno mismo. Como dice la locución que presenta a la máquina de comer (en el fondo una defensa del cine mudo), una imagen vale más que mil palabras.


Sergio Vargas. (miradasdecine.net)

viernes, 1 de febrero de 2013

Presentación

INTRODUCCIÓN:

La premura con la que salió el blog la misma semana en que comenzaba el Aula de Cine impidió que colocásemos como primera entrada la que ahora publicamos:

"AULA DE CINE CME"

OBJETIVOS:

     1.Iniciar al alumnado en el lenguaje audiovisual y cinematográfico: uso expresivo del plano, montaje, composición, ángulos y movimientos de cámara, fotografía, guión, puesta en escena, interpretación y banda sonora.
     2.Estimular en el alumnado actitudes críticas al posicionarse ante los temas abordados en los films y las perspectivas adoptadas por los directores.
     3.Iniciar al alumnado en la práctica del videofórum como herramienta de estudio y análisis crítico de las obras cinematográficas
     4.Difundir la obra de los grandes maestros de la historia del cine.
     5.Educar la mirada y la sensibilidad estética.
     6.Fomentar el disfrute del cine más allá del mero espectáculo de entretenimiento masivo, entendiendo el cine como una forma de expresión artística.

ALUMNADO IMPLICADO:

    Todo el alumnado matriculado en el centro además del conjunto de la comunidad educativa del mismo. Sin embargo, dadas las características de las películas a proyectar, las sesiones están recomendadas especialmente para el alumnado del 2º ciclo de la ESO y de Bachillerato.

PROFESORADO IMPLICADO:

    Roberto Cabrera González (Departamento de Filosofía)

DESCRIPCIÓN:

     El Aula de Cine consiste en la proyección gratuita un viernes de cada mes, a las 5 de la tarde, en el salón de actos del Instituto de una película de especial interés artístico y temático para al alumnado que será discutida con posterioridad siguiendo el esquema del video-fórum.
El alumnado participante asiste con carácter voluntario y participará en el debate final. La intención es, pues, divulgativa y formativa.

     Por lo que respecta a la Ley de la Propiedad Intelectual, el centro efectuará el pago de las correspondientes licencias para exhibición pública de las películas tanto a la Sociedad General de Autores de España (SGAE) como a la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA).

miércoles, 23 de enero de 2013

El Gran Lebowski (1998)

CURSO 2012-2013. SESIÓN 1

Título original: The Big Lebowski.
Fecha de emisión: 25 de Enero de 2013, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de Actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.




SINOPSIS

El Nota (Jeff Bridges), un vago que vive en Los Ángeles, un día es confundido por un par de matones con el millonario Jeff Lebowski, con quien sólo comparte apellido. Después de que orinen en su alfombra, el Nota inicia la búsqueda de El Gran Lebowski. De su encuentro surgirá un trato: el Nota recibirá una recompensa si consigue encontrar a la mujer del magnate.


TRÁILER



CRÍTICA

                               
Justo cuando surgen tímidos e infundados rumores de una posible secuela de ‘El gran Lebowski’, que los propios hermanos Coen han desmentido, nuestra sección de Críticas a la carta encuentra en este título su nueva entrega. Curiosa película, tremendamente popular y elevada a los altares de la veneración, cuyo ensalzamiento se produce después del discreto estreno del film. Y calificada incluso de ser la primera película que Internet ayuda a convertir precisamente en una obra de culto.

Y es que esta comedia satírica y divertida confirmó el talento de los Coen para la comedia alocada, para narrar una historia sin mucho aliciente y conseguir momentos brillantes. Aunque el mayor acierto, más allá del análisis crítico de la sociedad que destila ‘El gran Lebowski’, son sus personajes. ‘El gran Lebowski’ no sería lo que es sin el “Nota” (o “Dude” en su versión original). Y en ello tuvo mucho que ver la composición de Jeff Bridges como protagonista, sin olvidarnos de sus compañeros de bolera.

El guión de esta película es anterior a ‘Fargo’, con la que los hermanos Coen alcanzaron un status de prestigio, y es de agradecer que supieran esperar para tener en el cast a Jeff Bridges, John Goodman y el propio Steve Buscemi. Tres actores encargados de darle vida a unos personajes sobresalientes. Aunque quizás, el papel de Buscemi sea el que menos presencia e importancia contiene en la historia, aunque es una buena réplica en las excelentes escenas de la bolera, donde los diálogos suponen la esencia misma del film.
‘El gran Lebowski’: extraña, divertida y generacional

Los Coen consiguen con esta película el retrato de una generación, pero también de unos personajes reales, estrambóticos que reflejan en buena medida el carácter excéntrico (y alocado) de la sociedad norteamericana, especialmente en la ciudad de Los Ángeles, el escenario donde está magníficamente ambientada. Lebowski, o mejor “Dude”, como siempre insiste en ser nombrado, es también el reflejo de ese espíritu abandonado, lejos del gran sueño americano y en el que se arrastra el legado de un pasado de drogas, música y daños colaterales mentales de Vietnam. Todo ello combinado con el culto al pasotismo, a intentar subsistir, a toda costa aunque se esté conscientemente nada preparado para cualquier intento de éxito.


                                el gran lebowski 2

Es una película extraña, donde la narración de la historia, de sobra conocida, fluye con una voz narradora con personaje presente, que intenta hilar la trama, aunque sin demasiada convicción. Pero poco importa. Porque “Dude” siempre improvisa e intenta salir como puede de cada situación en la que se ve inmerso sin haberlo buscado. Es el fiel reflejo de la resistencia pasiva. Aquí los Coen demuestran un enorme dominio del relato a base de escenas brillantes, que sin embargo rompe el hilo conductor y les cuesta cerrarlo. De hecho la conclusión es algo decepcionante. Pero poco importa, puesto que han logrado eso tan importante que es entretener y, sobre todo, desprender química con unos personajes a los que se le coge cariño, con los que empatizar, comprender y uno quiere abrazar.

‘El gran Lebowski’ está repleto de referencias, de imágenes, gags que la convierten en una comedia única. Hilarante por momentos y en el se aprecia un gran libertad creativa justificada con una inspiración elevada. Si no fuera así, no tendría mucho sentido la inclusión de esos nihilistas alemanes, de las referencias musicales tan dispares (de la electrónica a los Eagles), de alfombras voladoras, de exitosos guionistas de televisión que sobreviven artificialmente, de engaños a dos bandas, de jugadores de bolos con hambre de humillación (inolvidable el breve papel de John Turturro), de tributo-crítica a los judíos o de escenas oníricas de musical.

                             
Todos estos elementos, y muchos más que salpican todo el universo de el “Nota” y sus amigos, consiguen conformar un comedia salvaje, irreverente, ácida, divertida. Esencial en la filmografía de los Coen y bandera para una generación que se identifica con esos antihéroes sin motivación existencial. Cuyo único cometido es disfrutar de su principal afición y charlar para encontrar justificación a los errores cotidianos. Muy bien reflejados en las escenas de la bolera, donde los diálogos están salpicados de vulgaridades, pero que reflejan a la perfección el día a día de personaje socialmente marginados.

Y a la hora de reflejar este peculiar escenario de Los Ángeles, la película contiene también dos pilares esenciales que consiguen elevar aún más el resultado global. Uno es su excelente (y ecléctica) banda sonora, que mezcla la partitura del habitual Carter Burwell con temas clásicos y dispares, que contienen desde Bob Dylan a Elvis Costello, o la acertada (y apropiada a la escena) adaptación del ‘Hotel California’ por los Gipsy Kings. El otro pilar es la excelente fotografía de Roger Deakins. Que consigue sacar un enorme rendimiento a las escenas más emblemáticas (incluido el poderoso sueño musical).

Jesús León. (blogdecine.com)