viernes, 21 de febrero de 2020

Bar Bahar (2016)

CURSO 2019-2020. SESIÓN 5

Título original: Bar Bahar.
Fecha de emisión: 20 de marzo, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.



SINOPSIS

Salma, Laila y Nur, tres mujeres palestinas que viven en un apartamento de Tel Aviv, intentan encontrar un equilibrio entre la tradición y la cultura moderna. Palestinas con pasaporte israelí, las tres han optado por vivir una vida de libertad en Tel Aviv, lejos de sus lugares de origen. Las tres buscan el amor, pero pronto se darán cuenta de que una relación escogida por ellas no es algo fácilmente alcanzable. (FILMAFFINITY)

TRÁILER



CRÍTICA 1: Feminismo en Oriente.


Bar Bahar. Entre dos mundos, opera prima de la directora y guionista Maysaloun Hamoud, es una película israelí que profundiza sobre el feminismo en Oriente, la mujer árabe y la búsqueda del amor sin renunciar a la libertad. Una cuestión peliaguda en una sociedad en la que dar un paso adelante supone dar dos hacia atrás. Las protagonistas son Salma, Laila y Nur, tres palestinas que comparten piso en Tel Aviv (Israel) y que no terminan de encajar en ninguna parte.

Una nueva generación de mujeres árabes

Tal vez Bar Bahar no sea la película más revolucionaria que veremos sobre la mujer en Oriente, pero su honestidad y su cercanía la hacen una propuesta a tener en cuenta. Es un «rompe-estereotipos» que visibiliza a unas mujeres árabes que no estamos acostumbrados a ver. Una generación, influida por la Primavera Árabe, que pelea por sus derechos y por cambiar lo que no les gusta.

Mujeres de hoy día, unidas con independencia de su religión (judía, musulmana, cristiana…) u orientación sexual, cuya lucha común es que las acepten tal y como son. Así nos encontramos en la película con tres perfiles bien diferentes.


  • Salma: una DJ lesbiana a quien su familia le busca pretendientes. Con ella veremos la realidad LGTB en Oriente, que sí existe, y sus dificultades.
  • Laila: una mujer profesional, abogada, de la que no conocemos sus orígenes pero sí su ímpetu por vivir a su manera.
  • Nur: una estudiante de informática, musulmana practicante que se va a casar en breve.
Bar Bahar: tradición vs. modernidad

La dualidad entre ser considerada «una buena mujer» o una «fulana» es aún mayor en la cultura árabe. En Bar Bahar seremos testigos de una vida nocturna en la que abundan las drogas, la música tecno, las relaciones entre personas del mismo sexo… Una realidad que se mantiene oculta y que la sociedad castiga, pues son las ovejas negras que se desvían del rebaño.


A estas mujeres los hombres las consideran atractivas, misteriosas, rebeldes, aventureras… mujeres con las que divertirse, pero no para comprometerse y presentarlas en familia. Este conflicto se personifica en Laila, quien por fin cree encontrar el amor sin prejuicios en un «hombre liberal». Pronto verá que no es tan fácil. Pues poco a poco este querrá cambiarla; para que no sea tan ella misma sino como «debería ser».

Un tema interesante que se muestra, sin profundizar, es el racismo implícito hacia un palestino en Israel. A Salma, que trabaja de camarera en un restaurante, no le permiten hablar en árabe porque incomoda a la clientela. En una tienda de ropa moderna, Laila y Salma también vivirán una situación de rechazo por parte de la dependienta.


De la mano de Nur, la más inocente del grupo, viviremos la mayor transformación. Gracias a su nueva vida junto a sus compañeras, descubrirá que el medio para ser libre es elegir otro camino. Y que este no pase por la sumisión.

La directora Maysaloun Hamoud ya había realizado varios cortos, pero con esta primera película ha lanzado su carrera. El film se llevó tres premios en el pasado Festival de San Sebastián (Premio Otra Mirada, Premio de la Juventud y Premio Sebastiane) y participó en la Sección Oficial del Festival de Toronto.

Si te apetece una historia diferente de mujeres, puedes encontrar Bar Bahar en Filmin o en DVD.

Silvia Gutiérrez Guerrero (quesejodaelespectadormedio.com)

CRÍTICA 2:  Un grito de libertad. 

“Estamos hartos de dictaduras, de las reglas, pero no nos hemos rendido. Debemos liberar nuestras mentes, seguir alentando el feminismo, la educación. Es hora de que empiece una nueva era”.  Con estas palabras finalizaba Maysaloun Hamoud su discurso al recoger el premio de RTVE “Otra mirada”, en el Festival de San Sebastián. Un alentador alegato que define inmejorablemente el carácter de Bar Bahar (Entre dos mundos), primera película escrita y dirigida por la joven realizadora palestina.

Maysaloun Hamoud, en el Festival de San Sebastián.

Nacida en Budapest, aunque reubicada en su pueblo familiar Dir Hana a la temprana edad de dos años, Maysaloun Hamoud estudió Historia de Oriente Medio en la Universidad de Tel Aviv, para posteriormente formarse en la Escuela de Cine de Minshar, también en la metrópoli israelí. Tal vez, esta circunstancia convierta la experiencia de la directora en un testimonio perfecto para relatar la historia de tres mujeres palestinas que luchan por desarrollar sus vidas con libertad en dicha ciudad. Y es que de eso nos habla, ni más ni menos, Bar Bahar: de la libertad.

Actualmente, dos millones de palestinos viven dentro de las fronteras de Israel. Relegados a la condición de ciudadanos de segunda clase, residen y desarrollan su vida en barrios propiamente palestinos, y el marcado sectarismo impide prácticamente la mezcla entre ambos segmentos de la sociedad. Salma, Laila y Nur, personajes protagonistas de la película, constituyen un ejemplo de este fenómeno: mujeres palestinas que han emigrado a Tel Aviv en busca de formación y oportunidades.

Las dos primeras intentan vivir libremente con magnífica naturalidad. Salma, desacomplejada e imponente, es una carismática abogada. Laila, descarada y audaz, una DJ homosexual alejada de su autoritaria e intransigente familia cristiana. Salen, beben, fuman, y se acuestan con quienes quieren cuando les place. Llevan piercings, tatuajes, y visten con escote. Y básicamente, les importa un pimiento lo que los demás piensen de ellas. Todo muy normal, ¿verdad? La realidad nos enfrenta cuando conocemos a Nur, nueva compañera de piso de las otras dos inquilinas. Musulmana y extremadamente tradicional, contempla con asombro, y tono reprobador, el modo de vida de las dos mujeres.

Laila, una de las protagonistas de la película.

La película entra entonces a contar su verdadera historia, un evidente conflicto entre modernidad y tradición, entre libertad y represión, entre sometimiento y rebeldía. Hamoud, que comenzó a escribir el guion en 2011, en pleno apogeo de la Primavera Árabe,[1] lo hace con fuerte optimismo, aunque dejando claro que todavía quedan muchas cosas por hacer. Opta por engrandecer el entendimiento entre las personas, por la confraternización entre quienes están reprimidas para vencer el maltrato y la desigualdad.  Por esta razón, la cinta supone un impulso emocionante desde el punto de vista de la esperanza por un mundo más igualitario.

Salma, Laila y Nur.

Un filme intrépido y enérgico desde sus primeros compases, con una selección musical potente y una fuerza indomable que llenará de combustible al espectador. Que no teme, como sus personajes, a ser juzgado. Porque si hay una palabra que define a Bar Bahar, es la osadía, puesto que exhibe secuencias de desgarradora crudeza, y no teme incluir momentos cómicos dentro de su doloroso contexto. Una película viva, inquieta, que desborda frescura e insurgencia, y que puede suponer un estímulo para próximos trabajos de futuras realizadoras palestinas.

Con un trasfondo sociocultural siempre patente, Bar Bahar va creciendo en su condición de película estimulante con un estilo visual atractivo y, sobre todo, con vigorosa intensidad. Maysaloun se presenta como una directora con una personalidad fuerte y arrolladora, armonizando lo desgarrador y lo emotivo, lo esperanzador y lo descorazonador. Lo logra sin discursos ni disertaciones, con una película convencida de su identidad y temperamento, pero sin pretensiones acerca de su condición de necesaria. Su estilo derrocha genio y espontaneidad, y posee la complicada virtud de entretener a la vez que revolver.

Laila, Nur y Salma, protagonistas de Bar Bahar (Entre dos mundos).

Bar Bahar es cine del aquí y el ahora, contemporáneo y agudo. Representa una lucha necesaria por derribar los prejuicios absurdos, una valiente bofetada al machismo y a la represión de la libertad y, sobre todo, un grito alto y contundente que anuncia: “somos mujeres palestinas, y vamos a vivir como nosotras decidamos”.

Álvaro Muñoz (revistacultural.ecosdeasia.com)

miércoles, 5 de febrero de 2020

Hierro 3 (2004)

CURSO 2019-2020. SESIÓN 4

Título original: Bin-jip.
Fecha de emisión: 14 de febrero, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.



SINOPSIS

Tae-suk es un joven que ocupa temporalmente viviendas cuyos habitantes están ausentes. Nunca roba ni ocasiona daños en los hogares de sus involuntarios anfitriones. En realidad, es una especie de fantasma que duerme en camas ajenas, come algo de las neveras de esos extraños y retribuye su forzada hospitalidad haciendo la colada o arreglando alguna que otra avería doméstica. Sun-hwa, que en tiempos fue una hermosa modelo, se ha visto convertida en una sombra viviente por un marido que la maltrata, encerrándola en una casa ostentosa. El destino cruza los caminos de Tae-suk y Sun-hwa, aunque sus existencias están abocadas a no dejar huella en el mundo. Se conocen cuando Tae-suk entre en casa de Sun-hwa, y enseguida saben que son almas gemelas. Como si estuvieran unidos por vínculos invisibles, descubren que no pueden separarse y aceptan en silencio su nuevo y extraño destino. (FILMAFFINITY)

TRÁILER




CRÍTICA 1: 

Tae-suk (Jae Hee) se gana la vida repartiendo publicidad culinaria que deja colocada en las puertas de los distintos vecindarios a los que se dirige. Esta rutina le enseña que los pasquines que no son recogidos, son indicativos de la ausencia del hogar del inquilino y con ello la posibilidad de alojarse alguna jornada en su interior. Pero Tae-suk no es un allanador de moradas cualquiera, sus incursiones tienen algo de particular. En una de esas irrupciones tropieza con Sun-hwa (Lee Seung-yeon), que está viviendo su propio infierno…


Aunque el coreano Kim Ki-duk lleva haciendo películas desde el año 1996, por estos pagos hemos empezado a conocerle hace relativamente muy poco. Primero con “Primavera, verano, otoño, invierno.y primavera” (2003), después con “Samaritan Girl” (2004) con la que ganó el Oso de Plata en Berlín, y ahora se estrena en nuestras pantallas la también premiada en Valladolid y Venecia, “Hierro 3”.

Para aquellos poco duchos en la práctica deportiva, aclarar que el título no tiene connotaciones ganaderas, sino que se trata de uno de los palos de golf que todo jugador avezado debería llevar en su bolsa. Precisamente ese palo le servirá a nuestro protagonista para ejecutar algunos golpes certeros fuera del recinto de juego (y que no serán para lanzar la bola a larga distancia, que es para lo que sirve el instrumento de marras).

Kim Ki-duk en “Hierro 3” nos hace una propuesta original, tanto en el fondo como en la forma. Partiendo de un brillante guión, en el que resalta el mutismo de los amantes y un fino sentido del humor, nos presenta un relato soberbio en el que combinando la infracción legal y reconvención moral que supone la invasión de la intimidad, finaliza con una concluyente absolución del inculpado por la excepcionalidad que supone su comportamiento legítimo.

Justamente en el epílogo, Kim Ki-duk nos inserta una frase calderoniana donde las haya (“Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad”), dejando sembrada la duda respecto a si realmente hemos asistido a una narración cierta, o bien es fruto de un episodio onírico de alguno de los personajes creados por su magín, como igualmente pudiera suceder en “La mujer del cuadro” (1944) de Fritz Lang, o en la más cercana, “Mulholland Drive” (2001) de David Lynch.

Alberto Alcázar (alohacriticon.com)


CRÍTICA 2:



Tae-Suk es un okupa poco convencional. se instala en casas temporalmente deshabitadas, nunca roba ni rompe nada y encuentra una manera de pagar su estancia lavando la ropa sucia que encuentra y arreglando cacharros estropeados. Un dia decide ocupar una casa en cuyo jardín hay una zona preparada para jugar al golf, y allí es descubierto por Sunhwa, una joven a la que su marido maltrata. Desde entonces, unidos por las circunstancias, los caminos de Tae-Suk y Sunhwa se convertierán en uno solo.

Pocas veces una imagen vale más que mil palabras, y aun en menos ocasiones el silencio cobra entidad propia como lo hace en esta película, en la que realidad y sueño se entrelazan de tal manera que se hace imposible para el espectador separarlos. Partiendo de una premisa original y singular, pero aún realista, el director de “La Isla” y de “Primavera, verano, otoño y… primavera” vuelve a sorprender con una fábula sobre la soledad y sobre como la soledad puede desaparecer si es compartida, una historia surrealista y mágica en la que lo de menos es lo que ocurre o no ocurre en realidad. Sin evitar caer en los brazos de lo absurdo, Kim Ki Duk pide al espectador que imagine, que le ayude a reconstruir aquellas partes del film que se ocultan al espectador o incluso aquellas que a priori carecen de sentido, y así, consigue algo que sólo es posible en el mundo del séptimo arte, una plena identificación con dos personajes marginales, asociales y silenciosos. ¿Cuando antes un protagonista, sin ser específicamente mudo, puede pasar los 95 minutos de metraje sin decir una palabra? ¿Cuando antes el prototipo de antihéroe, ajeno a las exigencias de la sociedad actual, puede resultar tan atrayente?

En resumen, con esa sensibilidad oriental que aún nos es, desgraciadamente, lejana y ajena, “Hierro 3” se convierte en la confirmación de su autor como uno de los grandes cineastas asiáticos del momento y se revela como una pequeña joya, una auténtica obra de arte.

Eva Pesquera (alohacriticon.com)


CRÍTICA 3: 'Hierro 3', amor fascinante.


Tenía bastante miedo de ver esta película, ya que de Kim Ki Duk había visto 'Primavera, Verano, Otoño, Invierno, Primavera...' y no me había gustado. Además, aquí, en la redacción de Blogdecine (...), hay mucho defensor de este film, y también entre los lectores, por lo que he podido leer en algunos de los comentarios que dejais. Asi que esta vez dejad vuestras armas, enfundad vuestros cuchillos, y dejad los insultos para otra ocasión, porque 'Hierro 3' me ha gustado, aunque no me parece esa gran película que muchos dicen que es.

El punto de arranque es ciertamente interesante. Tae-Suk es un joven que se dedica a entrar en casas o pisos, cuyos dueños están ausentes, y hacer vida normal en ellas: ducharse, comer, ver la tele, dormir, lavar la ropa. En una de eas "incursiones" conocerá a una mujer maltratada por su marido. Ambos se sentirán atraídos el uno por el otro, y ella decide sumarse a la extraña afición de él. Hasta que un día... Bueno, los que la habeis visto, ya sabeis de lo que hablo, y los que no, pues tendreis que verla.

Realmente estamos ante una de esas historias de amor universales, en el sentido clásico del término. O sea, hombre y mujer pertenecientes a distintos mundos, se enamoran. Tienen enormes dificultades para estar juntos, sea por lo que sea. En la mayoría de los casos es porque uno de los dos está casado, o prometido, o los dos lo están. Al final, pueden suceder dos cosas, o acaban juntos, o uno de los dos muere y se jodió el asunto.

Dicho de esta forma tan vulgar, puede hacer pensar que las grandes historia de amor que nos ha brindado el séptimo arte, son poca cosa. Sin embargo, su tratamiento, es lo que las hace distintas entre sí, y grandes... o pequeñas. Todas dicen "te quiero", pero unas lo dicen mejor que otras. 'Hierro 3' destaca sobre todo por su originalísima forma de tratar un tema tan manido. Y abordar con valentía una historia de amor tan fascinante como la que aquí se cuenta. Una relación basada en el silencio y que, quizá lo único que vale la pena decir es "te amo", ya que con los hechos se dice todo lo demás. Esos silencios entre los protagonistas es uno de los aciertos de la película, aunque a más de uno, con pensamientos excesivamente occidentales, eso le pueda poner nervioso.

Kim Ki Duk se muestra seguro en la realización, a pesar de que hay algún altibajo, y luego comete el pequeño error de centrarse más en el personaje masculino, mucho más interesante que el femenino. De este último queremos saber más, y eso no ocurre nunca. Puede que no sea necesario, pero creo que el film se desequilibra un poco por eso.

Los actores que hacen ambos papeles, Seung-yeon Lee y Hyun-kyoon Lee, están bastante bien, y se compenetran a la perfección, a parte de transmitir excelentemente la evolución de sus personajes. Una evolución que alcanza su máximo punto en la parte final de la película. Ahí es donde el director derrocha toda su fuerza creadora, ofreciendo momentos mágicos y únicos, de un enorme poder magnético. Pocas películas terminan como ésta, con un plano tan atrevido, significativo, y precioso.

Como punto negativo, indicaría que el film abusa del recurso metafórico. Lo hace en todo momento, y a veces sobrepasa los límites, como cierto incidente que ocurre con una pelota de golf, que a pesar de la sopresa, resulta reiterativo e incluso sobra.

No obstante, una buena película, para saborearla y disfrutarla, dejándose llevar y que, sin lugar a dudas, ganará con el tiempo, ese gran enemigo, y también amigo, del Cine.

Alberto Abuín (espinof.com)

miércoles, 15 de enero de 2020

Incendies (2010)

CURSO 2019-2020. SESIÓN 3

Título original: Incendies.
Fecha de emisión: 24 de enero, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.


SINOPSIS

Jeanne y Simon Marwan son dos gemelos que viven en Canadá cuya madre Nawal, tras pasar sus últimos días sin hablar, acaba de fallecer. En el acto de apertura del testamento, el notario les da dos cartas que deben ser entregadas a un padre al que creían muerto y a un hermano cuya existencia desconocían. Jeanne decide entonces emprender un viaje al Líbano para intentar localizarlos y encontrar respuestas a su existencia, pero Simon no quiere saber nada del tema... Basada en una obra de teatro de Wajdi Mouawad. (FILMAFFINITY)

TRÁILER



CRÍTICA 1: 


Reciente el estreno de 'Prisioneros' ('Prisoners', Denis Villeneuve, 2013), película a la que es fácil augurarle alguna que otra nominación en la próxima edición de los Oscars, me ha parecido oportuno rescatar su anterior trabajo, 'Incendies' (id, 2010), que tuvo una muy merecida nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en la edición celebrada en el 2012, premio arrebatado por 'En un mundo mejor' ('Haeven', Susanne Bier, 2010). Dejando a un lado la absurda discusión sobre qué película merecía el citado premio, lo cierto es que el nombre de Villeneuve es de los que vamos a tener en cuenta a partir de ahora, uno de esos realizadores que afortunadamente no se dejan llevar por la moda imperante en el cine actual: narrar deprisa y corriendo.

Las historias que pone en imágenes Villeneuve son para disfrutar con su tempo, lentamente y a la vez con una gran intensidad debido al detallismo del canadiense en su dirección. Historias densas que encuentran su razón de ser en un trabajo lleno de mimo por lo que se está narrando, en una armoniosa conjunción entre lo que se narra y cómo se narra logrando ese milagro tan discutido de la forma es el fondo. En el caso que hoy nos ocupa hablamos de una historia pequeña que mirada en un contexto mayor habla de algo tan evidente como el horror de la guerra y los enfrentamientos entre pueblos por ideas políticas y sobre todo religiosas. Y cómo no, sobre las terribles consecuencias de estar metido entre todo eso, y también sobre el difícil acto de entender y a partir de ahí perdonar o no. Un tema crudo y difícil que Villeneuve logra hacer comprender como algo sencillo. Una película demoledora, dolorosa en cada uno de sus muy calculados pasos.



(From here to the end, Spoilers) 'Incendies' da comienzo con la reunión de dos hermanos, Jeanne (Mélissa Désormeaux-Poulin) y Simon (Maxim Gaudette) con el notario de la madre de ambos, Nawal (Lubna Azabal), en la lectura del testamento de la misma. Nawal ha fallecido dejando un sorprendente legado en forma de último deseo hacia sus hijos, deben encontrar a un hermano del que nunca han oído hablar y a un padre que jamás han conocido. Ambos deberán perderse en el intrincado Oriente Medio, aún con las secuelas del enfrentamiento entre musulmanes y cristianos, para un encargo no demasiado bien recibido por Simon. Un viaje lleno de dolorosas revelaciones que poco a poco irán desvelándose hasta una conclusión que deja sin aliento, y en el que el recuerdo de su madre como "la mujer que canta" aún sigue dejando huella, con todo lo bueno y lo malo que ello tiene. El recuerdo de la guerra y sus víctimas, algo tan delicado y aterrador como la experiencia en sí misma.

La película fluye como si se tratase de una ecuación matemática, uno de los aspectos más inteligentes del conciso guión, para unos hijos más sorprendidos que nunca con el hecho de conocer quién fue realmente su madre. ¿Hacia dónde les llevará un viaje que no han pedido hacer? ¿Qué terrible secreto ha ocultado su madre durante tantos años y que le ha llevado a un estado casi catatónico? ¿Serán capaces de comprender lo que les espera? Todas esas preguntas y algunas más irán desvelándose en una película que utiliza las elipsis de forma magistral, al tener que llenar el espectador los huecos de lo "no mostrado" en un ejercicio que en apariencia puede resultar algo caprichoso, pero que Villeneuve hace comulgar lo escrito en su propio guión, partiendo de la obra teatral de Wajdi Mouawad, con lo que sus imágenes nos muestran. Para ello echa mano de cuidados planos secuencia y un ritmo cadencioso que jamás cae en la lentitud, al contrario, cuando uno se da cuenta la película ha pasado como un suspiro, y hablamos de dos horas y cuarto.


'Incendies' está llena de instantes muy duros —sin ir más lejos el de la primera imagen, doloroso hasta decir basta y que muestra sin miramientos las crueldades cometidas en nombre de la religión, en nombre de un dios que hace tiempo murió de vergüenza—, y aunque camina por el espinoso terreno de la ideología Villeneuve no condena a sus personajes, muestra las razones, las dudas, de todos a través del paso del tiempo que convierte al enemigo en amigo o vecino y a éste en eterno adversario movido por los prejuicios o la tradición de un pueblo al que la palabra sufrimiento le queda corta. No hay justificación en algunos de los demoledores actos de alguno de los personajes que pueblan 'Incendies', sobre todo el de cierto torturador, clave en la historia, están las circunstancias, atroces, y los bandos que uno elige en tiempos de guerra con las consabidas consecuencias.

Como toda ecuación matemática las incógnitas se despejan y la solución llega en forma de suma inesperada como un golpe directo a las entrañas en un aparentemente rocambolesco giro final que en realidad siempre ha estado delante de nuestras narices, oculto como un secreto tapado por el transcurrir de los años, losas en el alma de una mujer que creía en lo que hacía y cuyo único legado es un amor que no pudo obtener en vida de una forma digna. Un amor que nace del entendimiento. No se habla de perdón, no se habla de olvidar, sino de entender, de comprender. Y de saber de dónde viene cada uno, de la identidad.

Villeneuve volvería a hablar sobre la familia en su debut estadounidense, volviendo a utilizar al grupo Radiohead, que personalmente no me gustan, de forma muy sabia. Pronto hablaremos de ello.

Alberto Abuín (espinof.com)

CRÍTICA 2: Hijos de la ira.

El principio de la última película de Denis Villeneuve es prometedor. Al compás de la hipnótica y oscura canción de Radiohead dedicada a Tony Blair, You and whose army, vemos a unos niños amontonados en un habitáculo gris, mientras que unos adultos les van rapando la cabeza. El final de la secuencia se nos queda grabado en la mente, gracias a una perfecta sintonía con la modulación rítmica de la canción, mediante una cámara que se va aproximando con un zoom a la cara del niño al que están afeitando en ese momento, para dejarnos en un primerísimo primer plano su mirada desafiante a cámara, y por ende, a nosotros los espectadores.


Promesas cumplidas, porque Incendies es una película potente y vigorosa, tal como es la determinación y fuerza de Nawal Marwan (impresionante Lubna Azabal), mujer libanesa con un tortuoso pasado, solo desvelado una vez que ella fallece. De la misma manera que la desgarradora You and whose army -patrón sombrío que dictará las evocaciones sonoras del film-, pertenece al disco gemelo Amnesiac, las huellas de Nawal deberán volver a pisarse por sus dos hijos mellizos. A ellos les requiere que finalicen los compromisos que ella no pudo a llevar a cabo. A tal efecto, les encomienda que entreguen dos cartas. Una para un padre y la otra para un hermano. La consternación se hace patente en cuanto la identidad se quiebra, al ser conocedores de que su progenitor no está muerto tal como les hizo creer, sino que además, tienen un hermano. Desarticulado el presente de Jeanne y Simon Marwan, el realizador, de forma magistral, nos conducirá por un trenzado de tiempos que se enroscan como una hiedra a la pared. El pasado fluirá en una interconexión que nos llevará a la guerra civil libanesa, para situarnos en el sur del país, abriendo fuego en el contexto de las recíprocas masacres de finales de los 70 entre las comunidades cristianas y musulmanas. La lógica de los señores de la guerra aplasta con pasos furiosos a una población sumida en un polvorín de desconcierto, de infamias, ultrajes en nombre de la religión y de animadversión entre hermanos. En ese sentido, la historia personal de Nawal se erige en una parábola de la historia de un país. Esos secretos que poco se van desmadejando sobre la figura de una mujer combativa sirven como lectura de una población dividida en unas férreas convicciones religiosas, en un espacio fuera de quicio.


El guión férreo y compacto, que parte de una obra teatral de Wajdi Mouawad (toda una lección de adaptación en cuanto resulta harto complicado rastrear su origen escénico), funciona en varias capas de células yuxtapuestas que se adhieren virtuosamente en una sola. Lo sentimental e íntimo aparece perfectamente canalizado. Incendies cimbra la aspereza y sequedad cabal de la violencia junto con una emoción instrumentalizada y mesurada para dotar de profunda intensidad a la catarsis. Es como se erigen en una membrana delicuescente que absorbe de forma centrípeta los aspectos exógenos, contextuales y políticos, los cuales determinan la figura fantasmática que los hijos deben reconstruir. Así se justifican esos planos generales de un presumible Beirut o esos breves tiempos muertos acompañados de música  para conformar una precisa atmósfera lacerante. Por ello es muy reseñable la perfecta sinergia entre los momentos cumbres de la trayectoria de Nawal, en correspondencia con los vértices del dispositivo narrativo cinematográfico. Valga como ejemplo la secuencia de la masacre del autobús, segmento que da nombre al film. No solo determina un punto fundamental en el viraje del personaje hacia la acción violenta, sino que además el espectador lo recordará como una de las cúspides del film. La importancia diegética en los mismos términos espectatoriales. Por todo ello, creo que hay que ser muy cínico para desdeñar el film como si fuese un vulgar culebrón con ambientación bélica.


La teleología de la historia nos lleva preservar con respeto la revelación final y uno siente la imperiosa obligación moral de no desvelar detalles de una trama muy enraizada en una tragedia griega. Porque todos los caminos dispuestos convergen en uno solo. De los hijos dependerá romper el hilo de la ira. Alejados y distantes en el momento que su madre fallece, especialmente un Simón muy resentido, finalmente se verán purificados. Una piscina como espacio de agua, presente en diversos momentos del film, actuará como símbolo cardinal del profundo abismo que se ha abierto en ciernes y que les llevará a conocer a una mujer que tomó un camino equivocado, desde el momento que le pasó lo peor que le puede pasar a una madre. Le sesgaron el amor y su vida fue una búsqueda constante. La mujer que canta alcanza el lugar del mito en una genealogía de violencia y furia. Ese viaje iniciático que les llevará a lo más profundo de su ser es el grabado de un coraje, el de Nawal, legándonos una conmovedora película que se alza como una de las mejores que he visto en este año.

Manu Argüelles (elespectadorimaginario.com)