jueves, 20 de septiembre de 2018

Lady Bird (2017)

CURSO 2018-2019. SESIÓN 1

Título original: Lady Bird.
Fecha de emisión: 5 de octubre, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.



SINOPSIS

Christine, que se hace llamar "Lady Bird" (Saoirse Ronan), es una adolescente de Sacramento en su último año de instituto. La joven, con inclinaciones artísticas y que sueña con vivir en la costa Este, trata de ese modo encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra protectora de su madre (Laurie Metcalf).

TRÁILER



CRÍTICA 1: Ser joven nunca fue fácil.

No he visto el primer largometraje como directora de Greta Gerwig –Nights and Weekends, 2008; anclado dentro del singular memento (más que movimiento) conocido como “mumblecore”-, así que la única predisposición frente a esta, bastante impresionante, Lady Bird, viene de su trabajo como (co)guionista junto a Noah Baumbach en películas del alcance cualitativo de Frances Ha (2012) y Mistress America (2015). Gerwig, como Woody Allen en sus mejores tiempos, suele situarse en el centro de la narración para así exponer los sinsabores de la mediana edad en la neurosis de la mujer neoyorquina de clase media. Con un pie en la comedia dramática de autoafirmación y otro en el cine romántico desesperado, la obra de Gerwig-Baumbach ha causado tantas pasiones –entre los que me incluyo- como rechazos, al tratarse de una obra que en su honda de introspección personal a veces se ha confundido con el egocentrismo. 

De ahí que lo que primero sorprenda de Lady Bird -donde Gerwig se borra como actriz y cede su yo joven, cuál milagro de la transubstanciación, en una impresionante Saoirse Ronan- es que, siendo la película más personal de su directora, es a la vez la que proyecta un mensaje más global. En otras palabras: puede que Lady Bird esté basada directamente en la juventud de Gerwig en Sacramento (California), pero ello le sirve para formular un relato bellísimo sobre los miedos y los sinsabores de la adolescencia que, a base de hacerlo lo más cercano y posible, consigue proyectarse de una forma ciertamente universal. Curiosamente no es una cuestión de realismo cinematográfico, pues la película estaría más cerca de la obra de Miranda July que de Lauren Cantet (por citar dos cineastas que no pueden ser más antagónicos), buscando cierta poesía que emane del romanticismo de los actos, que no buscando un naturalismo a la europea (algo de lo que peca la obra de Baumbach). 

De esta forma Lady Bird entraría en la liga de las grandes películas indies americanas sobre la adolescencia situando a una chica en su epicentro narrativo: Ghost World (2001), Juno (2007) o Rumores y mentiras (2010), serían grandes ejemplos de cómo la comedia se puede filtrar, casi de forma capilar, en un contexto tan atractivo para el conflicto dramático como es la juventud. Gerwig contextualiza la acción a través de una maravillosa chica-pájaro que, como todo adolescente, se siente alienada tanto a nivel social como familiar. Esa búsqueda por encajar, incluso donde ni siquiera quiere estar, dota a la película de una delicadeza quebradiza, señalando con alta perspicacia que en toda autoafirmación existe buena parte de confusión. Vamos, que uno no acierta a menos que se haya equivocado ya demasiadas veces. 

Pero de todo lo que me gusta de la película de Gerwig (que es mucho) me quedo, especialmente, por cómo retrata la relación entra la protagonista y su madre protectora (Laurie Metcalf). El autocontrol melodramático aplicado por la cineasta convierte lo que podría ser una película de muchos gritos y pocos susurros en una historia de amor materno-filial tan compleja como emocionante. No es fácil ser hija, parece que diga Gerwig, pero aún más difícil es ser madre. Y hay tal honestidad en ese retrato que uno no puede más que rendirse ante una de las películas más delicadas e inteligentes de este finiquitado 2017.

A favor: Saoirse Ronan, Saoirse Ronan y Saoirse Ronan.

En contra: Que aún falten muchos meses para su estreno comercial. 

Nota: 5/5. 
Alejandro G. Calvo (sensacine.com)



CRÍTICA 2: Una identidad propia.

El primer largometraje como directora de Greta Gerwig es la película indie de siempre como nunca la habíamos visto. 'Lady Bird' resigue el clásico proceso de paso a la edad adulta que conforma buena parte del cine independiente estadounidense y no menos óperas primas. La protagonista, Christine (Saoirse Ronan), se encuentra en el último año del instituto y espera poder matricularse en una universidad en la Costa Este, en la otra punta de su Sacramento natal, con la esperanza de poder realizar allí sus sueños.

Como tantas adolescentes, la muchacha se encuentra en fase de construir su propia identidad, por lo que decide apodarse Lady Bird, un nombre que elige para ella misma en sustitución del que le adjudicaron sus padres. La protagonista, de hecho, no para de pelearse con su madre, discute con su hermano y la novia de este, y mantiene un trato más cordial con el padre. Este último año de instituto es un momento de transición para ella, una de esas épocas en que se abren pero también se cierran ciclos vitales.

La película arranca con una violenta discusión entre Christine y su madre en el coche. Desde la primera escena la directora recalca cómo las mujeres, de adolescentes, nos construimos desde el conflicto con nuestras madres. Entre todas las relaciones que marcan a la protagonista a lo largo del filme, esta es la que acaba cobrando mayor peso específico. La siempre estupenda Laurie Metcalf encarna a una de esas madres multitareas a quienes les toca siempre hacer de poli malo, en oposición al poli bueno paterno, una mujer capaz de enfadarse a la mínima con su hija para después sacar el tiempo que no tiene a fin de arreglarle un vestido. La larga experiencia de guionista de Gerwig se hace notar en algunos diálogos brillantes que resumen a la perfección los matices de este tipo de relaciones. En uno de los muchos encontronazos entre madre e hija, Christine le exige a su madre no solo que la quiera (al fin y al cabo, eso lo hace cualquier madre con su retoño), también que la aprecie, el signo definitivo de que valora a la chica más allá del vínculo sanguíneo.

Esta construcción de una identidad propia desde una perspectiva femenina incorpora elementos que Gerwig ya había esbozado en algunos de los filmes en los que había colaborado como guionista y actriz. Como en 'Frances Ha', también aquí la ruptura más traumática de la chica no es con el novio sino con la mejor amiga. En su tramo final, 'Lady Bird' subvierte una de las rutinas más instaladas en la comedia adolescente norteamericana, la que marca que al baile de fin de curso solo se puede asistir con una pareja sentimental. La elección de Christine subraya la centralidad que Gerwig otorga a la amistad entre mujeres, en contra del lugar secundario o subsidiario que se le ha dado tradicionalmente en el cine. Como en 'Mistress America', la protagonista también está dispuesta a dejarse fascinar por Nueva York. Aunque, como le ha pasado a cualquier recién llegado a la gran ciudad tras años deseando abandonar el pueblo, no tarda en descubrir el talante cosmopaleto de algunos urbanitas.

Gerwig introduce además una cuestión de clase nada baladí en un tipo de cine, el independiente, que suele pasar por alto la problemática económica. En esta película, el dinero sí es importante porque a los protagonistas no les sobra. Sin necesidad de trasladarse al terreno del realismo social, 'Lady Bird' plasma cómo la condición social de Christine determina su vida cotidiana, sus relaciones y su futuro. La escuela católica a la que asiste contribuye a crear el espejismo de que no existen diferencias sociales entre la protagonista y el resto de alumnos. Pero la película va desvelando cómo existe una distancia entre ellos y esta chica que vive en “el lado equivocado de las vías”.

Su primer noviete es nieto de la mujer que habita la pequeña mansión en la que siempre ha soñado vivir. Su segundo ligue se descubre como el típico chico bohemio chic que desprecia el dinero porque nunca ha tenido que luchar para tenerlo. Y Christine miente a propósito de sus orígenes cuando pretende entablar amistad con la chica más popular del instituto. El pesimismo de su madre (y las pocas ganas de que abandone el nido) respecto a sus posibilidades de ser aceptada en una universidad de la Costa Este pone en evidencia la asunción por parte de las clases populares de que disponen de menos oportunidades de triunfar en la vida que las familias adineradas.

Comedia emocional de ritmo ágil y diálogos agudos, 'Lady Bird' resulta más interesante en sus matices que en su conclusión final. La película se enriquece por la decisión de la directora de no cargar demasiado el peso dramático de las diversas peripecias que vive la protagonista. El paso por la escuela católica no tiene nada de traumático, ni tan siquiera cuando Christine se rebela contra una charla antiabortista. La primera experiencia sexual no está idealizada en ningún sentido. Y la desilusión ante los nuevos amigos se cura pronto. El personaje se construye a partir de muchos pequeños detalles cuasi invisibles, como todos esos elementos que decoran su dormitorio y dicen cosas de ella sin necesidad de gritarlas. Todo conduce a que al final la protagonista descubra que el largo proceso para aceptar los propios orígenes pasa por distanciarse de ellos.

Eulàlia Iglesias (elconfidencial.com)