viernes, 16 de febrero de 2018

La bicicleta verde (2012)

CURSO 2017-2018. SESIÓN 5

Título original: Wadjda.
Fecha de emisión: 9 de marzo, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.



SINOPSIS

Wadjda tiene diez años y vive en una sociedad tan tradicional que ciertas cosas como ir en bicicleta le están totalmente prohibidas. A pesar de todo, es una niña divertida y emprendedora que bordea siempre el límite entre lo autorizado y lo prohibido. Wadjda desea tener una bicicleta para poder competir con su amigo Abdullah en una carrera, pero su madre no se lo permite porque las bicicletas son un peligro para la dignidad de una chica.

TRÁILER




CRÍTICA 1: Una niña con agallas.


Sarcasmo, ingenio y agudeza son los pilares de la personalidad de Wadjda, la niña sobre la que gira en torno esta valiente película ambientada en el barrio de Riad, capital de Arabia Saudí. Wajdja, dueña de una contagiosa vitalidad, sueña con conseguir una bici propia, y así poder disputar carreras contra su mejor amigo, Abdullah, pero esta aspiración no sólo se halla fuera de su alcance económico, sino que las arraigadas tradiciones sauditas y sus sustanciales diferencias de género solamente consienten su uso en los varones. La madre de Wajdja, sumergida en su propio conflicto interno al tratar de evitar que su marido contraiga matrimonio con una segunda esposa, se niega en rotundo a que la niña pierda su virtud al intentar jugar a algo propio de chicos; sin embargo, estos impedimentos no merman la persistente voluntad ni cortan las alas de esta Pequeña Miss Sunshine oriental, que empieza a poner en práctica todo cuanto se le ocurre para procurarse la suma de la bicicleta. Con esta premisa comienza La bicicleta verde, una historia arriesgada, tierna y luminosa que da voz a la supervivencia y a los sueños de las mujeres y niñas sauditas. Guionizada y dirigida por Haifaa al Mansour, esta ópera prima la convierte en la primera directora de cine árabe, además de la primera persona en rodar un largometraje íntegramente un país que carece de una infraestructura acondicionada para el ejercicio cinematográfico. Haifaa se vio obligada a dirigir el rodaje desde el interior de una caravana sirviéndose de un monitor y un walkie talkie, puesto que no podía ser vista en compañía de hombres, y ahora, unos meses más tarde, su proyecto representará a Arabia Saudí en los Oscar como mejor película extranjera.

Con un modesto presupuesto y una realización sencilla basada en planos medios y cercanos, sin juegos ni giros espectaculares de una cámara que no se despega de Wajdja y sus movimientos, el filme nos sumerge en el entorno cotidiano y costumbrista de una familia saudita corriente, mostrando la incidencia que la disciplina religiosa, los rígidos patrones de conducta social y la cultura islámica tienen sobre una niña cualquiera. A través de los diálogos, en los que recae el peso de la narración, compartimos durante cien minutos el ansia de Wajdja y nos metemos en su piel, sentimos sus varapalos, reímos con sus irreverencias y trucos en la consecución de un sueño del que todos, menos Abdullah, la intentan disuadir. La narración apunta a una concepción del mundo más libre, lejos de las imposiciones de los adultos, ya que Wajdja desoye a todos los que intentan mermarla, desde el dueño de la tienda (“800 ryales. Demasiado caro para ti”), a sus profesoras (“Tu comportamiento estúpido te perseguirá para siempre”) o a su propia madre, sabedora de que montar en bici es pisar terreno minado, pues apropiarse de hábitos convencionalmente masculinos puede acarrearle a la pequeña el sambenito de repudiada, de bicho raro, en una sociedad en la que debe ser educada acorde a la sumisión, el beneplácito y la complacencia de los hombres. Lejos de desanimarse, Wajdja comienza a maquinar todo tipo de tejemanejes para conseguir los 800 ryales.


Así surgen ideas de colores distintos: vende pulseras de hilo y cintas con canciones de amor a sus compañeros, y disfraza de devoción y perseverancia su estudio del Corán, a fin de intentar ganar un concurso académico dotado de 1000 ryales, mientras su madre intenta corregir su irreverencia, su mejor amigo Abdullah la ayuda incondicionalmente y su padre se ausenta de casa durante unas semanas, tanteando la posibilidad de contraer un segundo matrimonio. Las tiranteces emocionales entre sus padres, determinadas por la ausencia de él y el pánico de ella al abandono, son probablemente el conflicto secundario más interesante de esa historia, pues contribuye a enseñarnos unos estereotipos menos diferentes de lo que pensamos a los implantados en Occidente respecto a las relaciones de pareja. Wajdja es mordaz, espontánea y encantadora, no tiene pelos en la lengua y enamora por la naturalidad, inteligencia y descaro de sus acciones y la motivación incondicional por sus ganas de pedalear, con esa determinación que sólo tienen los niños, ajenos todavía al yugo que imponen sobre su individualismo el subconsciente colectivo y el legado cultural de las sociedades en las que nacen.


Una bicicleta verde es uno de los soplos de aire fresco este año, una valerosa apuesta de cine y una lanza rota por los derechos humanos de todas aquellas que podrían ser, o haber sido la protagonista de esta historia. Wajdja no es sólo una niña y su bici no es un sencillo juguete, sino la representación de la libertad y las aspiraciones individuales subyugadas por unas convenciones machistas y autoritarias. Cuestiona y crítica desde una anécdota sencilla las encorsetadas diferencias de género y las hipócritas contradicciones morales de una sociedad donde, todavía hoy en día, una bicicleta para las niñas o un coche para las mujeres es una deshonra irreversible, donde el colectivo femenino empezó a poder competir en las olimpiadas el pasado año, a ocupar cargos políticos en el presente, y donde todavía no obtendrá el derecho a sufragio hasta 2014. Así pues, la importancia de este filme reside en su carácter divertido, reivindicativo, conmovedor, en alzarse como un pequeño homenaje a la superación y a la igualdad de las mujeres en un entorno muchas veces adverso y agridulce, y por qué no, desde la pantalla, constituye un motor que defiende ese cambio tan necesario para todas las Wajdjas que existen en el mundo.

Puntuación: 4/5. 
Andrea Núñez-Torrón (elantepenultimomohicano.com)


CRÍTICA 2: Al cambio social sobre dos ruedas.

En Arabia Saudí las salas de cine han estado prohibidas durante 30 años y sólo desde hace un lustro empezaron a abrirse algunas, a tientas tímidas y, obviamente, plegadas a la segregación entre hombres y mujeres que impone la ley nacional. Pero eso no significa que la población saudí haya vivido al margen del cine; la televisión y los videoclubs han nutrido a generaciones enteras, como es el caso de la directora Haifaa Al-Mansour, criada junto a 11 hermanos varones entre cintas de Bruce Lee y Walt Disney. Con 'La bicicleta verde (Wadjda)' se ha convertido en la autora de la primera película filmada por completo en Arabia Saudí y, quizás mayor proeza, dirigida por una mujer.

Consecuente con su naturaleza revolucionaria, la película también cuenta una historia de lucha y drible dentro de los límites de la restrictiva sociedad saudí. Como la de Al-Mansour poniéndose detrás de las cámaras, vamos. Aquí la protagonista es una niña de 10 años, Wadjda (interpretada por Waad Mohammed), cuyo máximo deseo es tener una bicicleta, por muy mal visto que esté en las chicas. Al fin y al cabo, todo lo que no sea aprender a recitar el Corán, cubrirse la cabeza y aprender a ser una esposa sumisa en el futuro inminente parece estar mal visto, observa Wadjda, cuya luminosa vivacidad e inquieto aliento emprendedor chocan contra el molde conservador que le viene impuesto desde arriba. Igual que lleva vaqueros y zapatillas Converse debajo de la abaya, se las apañará para intentar conseguir su preciada bici, haciendo ver que sigue las reglas del juego pero también es capaz de acercarlas a sus intereses.

Aunque el argumento velocípedo recuerde al neorrealismo de Vittorio De Sica tanto como el naturalismo de la protagonista lo hace a las tribulaciones infantiles del primer Abbas Kiarostami, Al-Mansour arrastra formas un tanto planas, seguramente de influencia televisiva, y una progresión narrativa hosca (la tensión dirigida del concurso de recitación, las distintas visitas del padre...) que no contribuyen a elevar la historia por encima de su sencillez. Lo mejor de todo terminan siendo esos pequeños esbozos de historias adultas que en la órbita de Wadjda, beneficiadas por la sutileza de un segundo plano con más profundidad de campo dramática de lo que parece a primera vista: su madre, enfrentada a la incapacidad de tener más hijos y la posibilidad de que su marido, casi siempre ausente, se esté buscando otra esposa; o la profesora autoritaria y censora, que se escapa de la caricatura de cuento moral con la historia propia que se le adivina fuera del colegio.

A favor: El retrato suburbial de Riad.

En contra: La sencillez termina convirtiéndose en simpleza.

Puntuación: 3/5.