jueves, 26 de enero de 2017

Las ventajas de ser un marginado (2012)

CURSO 2016-2017. SESIÓN 4 

Título original: The perks of being a wallflower.
Fecha de emisión: 3 de febrero, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.



SINOPSIS

Charlie (Logan Lerman), un joven tímido y marginado, escribe una serie de cartas a una persona sin identificar en las que aborda asuntos como la amistad, los conflictos familiares, las primeras citas, el sexo o las drogas. El protagonista tendrá que afrontar dificultades, al tiempo que lucha por encontrar un grupo de personas con las que pueda encajar y sentirse a gusto.

TRÁILER



CRÍTICA 1: El amor que merecemos.

Con ese título, resultaría de lo más irónico que 'Las ventajas de ser un marginado' ('The Perks of Being a Wallflower', Stephen Chbosky, 2012) hubiese destacado como un éxito de taquilla. Se estrenó en España el pasado 8 de febrero y de momento está pasando con más pena que gloria por nuestra cartelera. No se lo merece, y espero que más de uno se anime a darle una oportunidad tras leer este artículo.

Vaya por delante que el film no me apasiona. En primer lugar, creo yo, porque no soy su clase de espectador. No comparto la opinión de que cada película tiene su público y solo éste puede valorarla en su justa medida --ésa es la excusa de quien no tiene nada valioso que ofrecer y teme la crítica--, pero hay que admitir sin problema alguno que hay relatos que buscan conectar con cierto grupo y uno se puede quedar fuera. Sencillamente, el discurso no puede interesarnos a todos por igual, ni el impacto será el mismo, aunque siempre podemos valorar aspectos formales o el trabajo de los actores. Es decir, que si vas a ver 'Las ventajas de ser un marginado' deberías saber que los protagonistas son adolescentes (norteamericanos) que tratan de divertirse y superar sus TRASCENDENTALES conflictos, desde la perspectiva de un chico introvertido aspirante a escritor. Y ten en cuenta que Chbosky no es (ni de lejos) un François Truffaut o un Wes Anderson.


 'Las ventajas de ser un marginado' es una adaptación de una novela del propio Chbosky, titulada igual que el film. La historia nos lleva de vuelta a 1991 y se centra en Charlie (Logan Lerman), un chaval muy inteligente, con talento y poco sociable, que prefiere observar la vida desde cierta distancia. Tiene sus motivos, algunos los explica él mismo desde el principio, otros los descubriremos más adelante y el más gordo se lo reserva Chbosky para el tramo final. Casi a lo Shyamalan. Es un giro peligroso que dependiendo del espectador puede ser un desastre o una decisión narrativa cuestionable, pero no arruina todo lo anterior. 'Las ventajas de ser un marginado' es un cuidado, amable y fresco retrato generacional con estupendas interpretaciones.

Charlie es el primer papel donde Lerman demuestra que tiene algo que aportar como actor. Creo que un chico menos popular habría encajado todavía mejor en el papel pero él está muy convincente, se le ve cómodo en esos zapatos y se comporta con mucha naturalidad. No obstante, quien roba la película es Ezra Miller, el perturbador adolescente psicópata de 'Tenemos que hablar de Kevin' ('We Need To Talk About Kevin', Lynne Ramsay, 2011). Con la facilidad de quien está sobrado de talento, aquí da vida a Patrick, un muchacho extrovertido y carismático que junto a su hermanastra Sam ayudan a Charlie a superar su timidez, hacer amigos y pasarlo realmente bien por primera vez. A descubrirse a sí mismo, aceptarse y participar en la vida. "Somos infinitos", piensa Charlie, feliz, pletórico, mientras escucha su nueva canción favorita en compañía de sus mejores amigos. Y uno no puede evitar el recuerdo de sus propias experiencias... snif.


Patrick animará a Charlie a salir de su escondite pero es Sam, a quien encarna con naturalidad la encantadora Emma Watson --aún cuesta no verla como Hermione Granger pero no es culpa suya--, la que alterará en mayor medida al chico, enamorado total e irremediablemente. Pero ya he dicho que esto va de SUPERPROBLEMAZOS. La vida no es fácil, y en el cine esto significa incluir algunos obstáculos que complicarán el camino a la meta para el protagonista. Uno de los tramos más inspirados de 'Las ventajas de ser un marginado' está dedicado a los esfuerzos de Charlie por aceptar y superar la idea de ver a la chica que le ha robado el corazón en brazos de otro tío. Que por supuesto es un gilipollas. Ni a ella le gusta especialmente, pero, reflexionando, ambos llegan a la conclusión de que "aceptamos el amor que creemos merecer". Otra cita que se queda grabada.

La relación de Charlie con su primera novia (Mae Whitman), el simpático profesor de inglés (Paul Rudd), el homenaje a 'The Rocky Horror Picture Show' (Jim Sharman, 1975), hay escenas muy divertidas que aligeran el tono dramático con el que Chbosky siempre coquetea, buscando el equilibrio adecuado en el retrato de estos tres jóvenes amigos confundidos en transición a la madurez. No faltan los convencionalismos del cine sobre adolescentes --la fauna del instituto--, la trama y la evolución de los personajes es previsible --excepto el brusco giro comentado--, repite ideas visuales algo gastadas --la del coche ya lo estaba cuando salió 'Titanic' (James Cameron, 1995 1997)--, falta ingenio transmitiendo el mundo creativo y las experiencias sensoriales de Charlie --reivindiquemos una vez más la obra de Cronenberg-- y se descuida a la familia del chico --sobre todo a los padres (Dylan McDermott y Kate Walsh)--, siempre una poderosa influencia.


Pero todo eso lo va sacando uno al pensar, repasar y discutir la película, los puretillas quisquillosos como un servidor, lo cierto es que el visionado resulta agradable y entretenido; los momentos humorísticos del guion de Chbosky, el placentero tono optimista, la selección musical y el acertado reparto logran que los 100 minutos que dura 'Las ventajas de ser un marginado' se pasen volando. Especialmente dirigida a espectadores que ronden la edad de los protagonistas o los que deseen un nostálgico regreso a las turbulencias de la adolescencia, es uno de los títulos más recomendables de la cartelera actual. 

Calificación: 3,5/5
Juan Luis Caviaro (blogdecine.com)


CRÍTICA 2: Crecer al abrigo del margen.

Cada generación cuenta con su propia colección de relatos de iniciación propios y coyunturales, destinados a una amplia variedad de gamas de público. Mientras sagas de fantasía como 'Harry Potter', de J. K. Rowling, o 'Crepúsculo', de Stephenie Meyer, han logrado niveles de popularidad y pregnancia definitorios dentro del imaginario colectivo de millones de adolescentes durante la primera década del siglo XXI, otros libros más introspectivos y experienciales también se han convertido en éxitos de ventas juveniles y han dado pie a sus propias adaptaciones cinematográficas. Es el caso de 'Submarine', de Joe Dunthorne, o 'Las ventajas de ser un marginado', de Stephen Chbosky, cuyo propio autor se ha encargado de llevar al cine. 

Son Bildugsroman modernas con amplio componente autobiográfico que están actualizando los clichés del cine teen ochentero y la celebración de lo inadaptado que comandó John Hughes. Lo hacen mirando al pasado inmediato, a las adolescencias forjadas a finales de los 80 y principios de los 90 a base de musicalidad indie e historias de crecimiento emocional; es decir, a las de los 'marginados' que hoy en día son adultos con poder prescriptor en la industria cultural. Como podría ocurrir con los tres protagonistas de 'Las ventajas de ser un marginado', una 'banda aparte' formada por el tímido e introvertido Charlie (Logan Lerman) y los hermanos Sam (Emma Watson) y Patrick (Ezra Miller). La amistad que se forja entre estos desplazados y su círculo de amigos es el gran impulso que articula un relato de aprendizaje sentimental que puede saber poco original pero resulta capaz de transpirar veracidad y ternura en cada secuencia y situación, así como una voluntad digna de aplauso a la hora de tratar de forma adulta a sus inmaduros personajes (interpretados, eso sí sin remedio, por veinteañeros). No es Nicholas Ray, pero teniendo en cuenta la forma unidimensional en que suelen ser retratados los adolescentes en el mainstream, ese simple detalle ya puede legitimarse como un logro. 

Ayuda mucho que Chbosky haya comprendido la adolescencia como una sucesión de momentos aislados y llenos de (subjetivos) puntos de inflexión, en vez de intentar rememorarla en forma de narración causal, racional. Incluso podríamos decir que la película se contagia de la estructura heterodoxa y fragmentada de alguna de las mix-tapes que sus adolescentes de los 90 intercambian con fruición. Es obvio que la mirada nostálgica hacia la época existe, y se puede palpar, pero no hay intención idealizadora en el director; pese a que determinados episodios más frontales vinculados al sexo y las drogas han sufrido cierta suavización en el traslado del texto al film, Chbosky no se calla los aspectos más amargos de una etapa de la vida en la que, al enfrentarse al universo de noche, es tan fácil sentirse infinito como inaguantablemente diminuto. 'Las ventajas de ser un marginado' no cambia eso: es a la vez tan exultante y gozosa durante su desarrollo como insignificante al final del camino. Tampoco es que le importe, pues no necesita nada más para perdurar como clásico adolescente. 

A favor: La generosidad con la que capta algunos momentos de absoluto descubrimiento adolescente: desde los besos y las drogas hasta la primera vez que, por casualidad, escuchas a David Bowie. 

En contra: El efectismo narrativo al tratar la condición psicológica del protagonista. 

Calificación: 3/5. 
Daniel de Partearroyo (sensacine.com) 

sábado, 7 de enero de 2017

Ex Machina (2015)

CURSO 2016-2017. SESIÓN 3

Título original: Ex Machina.
Fecha de emisión: 13 de enero, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.




SINOPSIS

Nathan, un programador multimillonario con fama de reclusivo, selecciona a Caleb, un joven empleado de su empresa, para que pase una semana con él en un lugar remoto en las montañas con el objetivo de que participe en un test en el que está involucrada su última creación: Ava, un robot-mujer en el que inteligencia artificial lo es todo.

TRÁILER



CRÍTICA 1: “Ex machina”: El mañana… hoy. 

Alex Garland debuta como director con una propuesta que recauchuta con elegancia campos y temáticas largamente exprimidos por la ciencia-ficción universal. Delicada, limpia, atrevida y turbadora a ratos, se atasca un poco en sus giros, pero es una propuesta notable y hermosa. 

Caleb (Domhnall Gleeson) ha ganado una semana en casa de su jefe (Oscar Isaac), un científico punterísimo de la era digital. Será la parte humana de un Test de Turing muy… especial. Hace no mucho celebrábamos el salto tras las cámaras de Dan Gilroy con la espectacular “Nightcrawler”, y ahora hacemos lo propio con el debut de Alex Garland desde “Ex machina”, muy interesante ─pero no tan redonda como esperábamos─ puesta de largo en la que retoma campos y temáticas largamente conocidas, pero que recauchuta con sensibilidad y elegancia.


«¿Podemos ser colegas?». Visualmente es impecable. No ya por su estilo de rodaje, con una puesta en escena que nos sepulta poco a poco en un laboratorio del doctor Frankestein opresivamente cool, sino porque la integración de los efectos especiales, aquí clave casi de principio a fin, es tan delicada como impactante, atrevida y hermosa en su proposición. En un conjunto tan atractivo sensorialmente es una lástima que a veces el ritmo se estanque, más por algunas volteretas demasiado previsibles que por el regodeo de Garland, que apuesta frontalmente por recrearse en la temible finura de su discurso.


El siempre agradable y resolutivo Domhnall Gleeson juega bien a parecer que sabe, a saber verdaderamente y a saber menos de los cree, que no es fácil; Alicia Vikander está fantástica dibujando la Vida desde lo Inerte, y Oscar Isaac borda este dios carnal y amigo de la botella que reina como puede en un microuniverso delirantemente palpable. Obviamente prometeica, “Ex machina” discursa no ya sobre si las máquinas terminarán por superarnos en la escala evolutiva, sino más bien sobre cómo la mera conciencia de ello, aceptado como inevitable, puede afectarnos a un nivel emocional. Cuidado.

Calificación: 7/10.
José Arce (labutaca.net)


CRÍTICA 2


En la película de Alex Garland se dice algo así como que la inteligencia artificial era algo inevitable, una cuestión de “cuándo”, no de “si”. La ficción nos lleva preparando para ella desde mucho antes de que fuera una realidad.

La propia novela Frankenstein trata sobre la creación de un ser artificial, y de ahí en adelante, la ficción y la ciencia han estado estableciendo una cadena de relevos que nos lleva hasta una actualidad en la que Internet y lo digital han creado una relación tan estrecha que plantea todo tipo de cuestiones culturales, filosóficas, científicas, económicas, etc.

¿Estamos ante un nuevo paso evolutivo? Lo que está claro es que Internet y la informática están cambiando el mundo a marchas forzadas. Si es usted “apocalíptico”, como un servidor, mis condolencias. Si es “integrado”, enhorabuena. Si no sabe de lo que le estoy hablando, doble enhorabuena.

En 'Ex Machina',  la idea de la creación de inteligencia artificial y androides vuelve a servir como reflejo de la condición humana, de nuestras mezquindades y escasas bondades. Nada nuevo, pero no por ello poco interesante, ya que Alex Garland (a quien ya le hemos perdonado La Playa hace tiempo) consigue hacer un film que funciona bien en su parte intelectual, pero que no se queda en una fría muestra de ciencia-ficción hard, sino que también es un claustrofóbico thriller psicológico con toques de morbo.

'Ex Machina' narra el viaje de Caleb (Domhnall Gleeson), un empleado de una gran empresa (que podría ser Google aunque la llamen de otra manera), a la paradisíaca y gigantesca finca en la que vive Nathan (Oscar Isaac), el jefazo, un genio informático con tendencia a empinar el codo. Nathan le ha elegido para participar en un experimento de gran importancia, consistente en practicar el test de Turing a una inteligentísima robot, Ava (Alicia Vikander).

La película juega con las dudas, la manipulación y los secretos para crear un ambiente desasosegante, enmarcado en una de esas nuevas casas ecológicas e inteligentes, un escenario tan bonito y moderno como frío, claustrofóbico y poco fiable.

Una excelente idea que lanza la película, y no del todo descabellada,  es que la inteligencia artificial y el aspecto del robot toman como base las búsquedas de Internet de los incontables usuarios de ese Google-con-otro-nombre, adquiriendo, pues, todas las características de la psique humana, desde las más razonables a las ilógicas y emocionales.

Esta ocurrencia sirve para plantear cuestiones sobre Internet: ¿lo usamos o “él” nos usa a nosotros? ¿Tiene una verdadera finalidad concreta? ¿Terminará por no necesitarnos a los usuarios, una vez nos haya, por así decirlo, absorbido?

Alex Garland, aparte de desarrollar un guión sólido, demuestra dotes de buen realizador con una puesta en escena voluntariamente fría, pero cuidando la dirección de actores hasta en el último detalle para lograr que, ante todo, Ex Machina sea una malsana historia de trío ¿amoroso? de raíces noir.

Ciencia-ficción para adultos, pero asequible al espectador “no especializado”.


La primera película como director de Alex Garland parte de una idea, al parecer, sencilla: "Tres personas inteligentes enfrentándose, intentando vencerse mentalmente y uniéndose momentáneamente", explica el director.

Pero si una de esas tres personas es una chica robot, todo se complica. "Ex Machina funciona en dos niveles", dice el productor Andrew Macdonald. "En principio es un thriller psicológico, eso sería el primer nivel, pero se sirve de los personajes para explorar temas humanos y psicológicos fundamentales".

En opinión de Andrew Macdonald, las películas como Ex Machina encajan con el ADN de la productora DNA Films: "Siempre he intentado hacer películas accesibles e inteligentes, y Ex Machina lo consigue a la perfección".

En su debut como realizador, Alex Garland toca temas que le fascinan desde hace tiempo, y utiliza nuestros miedos e inseguridades frente a la tecnología y el papel que tiene en nuestras vidas. "Generalmente hablando, nos sentimos incómodos ante la inteligencia artificial y los ordenadores", dice. "Es algo en lo que todos pensamos. Pero lo enfoco desde otro ángulo porque no es un tema que me preocupe mucho. En 'Ex Machina' simpatizo con la robot".

Su primera novela, 'The Beach', fue publicada en 1996, cuando solo contaba con 26 años. DNA Films la adaptó a la gran pantalla en 2000 y Alex Garland quedó fascinado por el cine. Desde entonces ha colaborado con la productora escribiendo el guión de 'Sunshine', '28 días después' y 'Dredd'.

El guionista y director insiste en que las contribuciones del equipo creativo han mejorado 'Ex Machina': "Durante los pasados años he vivido varias experiencias cinematográficas, y todas me han conducido a esta película. He llevado a la práctica lo que he aprendido en el camino, pero sobre todo he intentado dar el espacio suficiente al equipo para que hiciera su trabajo de la mejor manera posible".

Oscar Isaac, que tiene el papel de Nathan, piensa que la película es una alegoría de la existencia humana: "Penetra realmente en lo que significa ser un humano, lo que significa pensar y ser consciente. Nunca sabemos lo que piensa la persona que tenemos delante, ni si siente lo mismo que nosotros".

"Utilizan a Caleb para realizar la prueba de Turing", explica Domhnall Gleeson. "Un ser humano interactúa con un robot, y si no ve que es un robot, la prueba se da por buena".
"Caleb no tiene ni idea de lo que le espera cuando llega a la casa. De pronto, una figura humanoide con cara de mujer, fabricada con una mecánica increíble, sale de una de las habitaciones", sigue diciendo.

La prueba de Turing es muy sencilla y suele realizarse de forma que la persona no sabe quién contesta a las preguntas, si un ordenador u otra persona. Se celebran varios encuentros anuales y, ocasionalmente, se anuncia a bombo y platillo que un ordenador ha superado la prueba, pero muy pocos aguantan un auténtico análisis.

"La prueba de Turing fue ideada hace décadas, con el nacimiento de las computadoras", dice Alex Garland. "Alex Turing entendió muy pronto que las máquinas con las que trabajaba podrían convertirse en máquinas pensantes en vez de simples calculadoras. Se dio cuenta de que sería difícil adivinar si algo realmente pensaba o fingía pensar".

Esa es la diferencia que causa la mayoría de fallos y alimenta la controversia que suele producirse cuando un ordenador supera la prueba. Hace poco se sugirió que un "robot conversacional" llamado Eugene Goostman había superado la prueba de Turing al engañar a varios jueces en un encuentro en la Universidad de Reading. El robot, que decía ser un chico de 13 años procedente de un país del este de Europa con conocimientos rudimentarios de inglés, convenció a los jueces de que su edad y la barrera del idioma eran las causas de sus fallos.

Pero Ava, de 'Ex Machina', no tiene nada que ver. Nathan está tan seguro de que su robot no intenta esconder el hecho de que es una inteligencia artificial. Si Caleb se deja convencer por una máquina, con piezas corporales metálicas, servos y motores, ¿representará Ava la cúspide de la inteligencia artificial?
Vicente Díaz (thecult.es)