sábado, 15 de diciembre de 2018

Moonlight (2016)

CURSO 2018-2019. SESIÓN 3

Título original: Moonlight.
Fecha de emisión: 21 de diciembre, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.


SINOPSIS

Chiron es un joven afroamericano con una difícil infancia y adolescencia, que crece en una zona conflictiva de Miami. A medida que pasan los años, el joven se descubre a sí mismo intentando sobrevivir en diferentes situaciones. Durante todo ese tiempo, Chiron tendrá que hacer frente a la drogadicción de su madre y al violento ambiente de su colegio y su barrio.

TRÁILER



CRÍTICA 1: Para quienes creen que ya lo han visto todo.


La originalidad nunca radica en el fondo, sino en la forma. Existe una cantidad limitada de historias que pueden ser contadas, aunque, claro está, las maneras de hacerlo sean infinitas. El inesperado Barry Jenkins (¿alguien vio su ópera prima de 2008, 'Medicine for Melancholy?' Yo tampoco) nos ha arrojado a la cara una obra innegablemente mayor desde la más desarmante de las pequeñeces. De esas que a veces encienden los espíritus de cierta masa durmiente de espectadores sensibles, que activan los detonadores de superlativos ansiosos por ser esgrimidos, llaman a la unanimidad y engendran proles enteras de conversos.

Ahora bien, lo ha logrado recurriendo a uno de esos relatos de siempre: el coming of age, lo iniciático, vaya. Bajo su mirada certeramente impresionista, sin asomo de afectación, y gracias a un pulso forjado a partir de una sensibilidad audiovisual más de cincel que de escoplo, cristaliza en algo único, minúsculo y enorme a la vez, refractario a la categorización fácil: costaría poco, a saber, un 'Boyhood' (Richard Linklater, 2014) negro y gay. Su película es una de esas raras piezas de sabor único, belleza quebradiza y carácter renuente a la generalización. Privilegiando el destello antes que el fulgor, la degustación del momento en vez del redoble de timbales, el gesto y no la postura, 'Moonlight', más jardín de detalles que parque temático, entra en esa categoría de película- experiencia, del que no te la cuenten, tan raramente justificable fuera de la pura mercadotecnia.

Puntuación: 4/5.
Antonio Trashorras (fotogramas.es)
CRÍTICA 2

«Moonlight es, a ratos, mucho más lírica que narrativa, dejando a la imaginación del espectador la interpretación de sus numerosos símbolos cromáticos»
 
En sus años de estudiante, el actor y escritor afroamericano Tarell Alvin McCraney desarrolló como proyecto la obra teatral In Moonlight Black Boys Look Blue, un recorrido autobiográfico a través de la infancia y adolescencia de un joven homosexual en el barrio marginal de Liberty City, en Miami. Hoy día, la obra no existe como publicación, pero gracias al director Barry Jenkins, también originario de Liberty City, la historia se ha dado a conocer a través de Moonlight, el segundo largometraje del director y una de las candidatas a convertirse en película del año. Identidad, pobreza y drogas son los ejes centrales con los que el filme se acerca a una realidad que a pesar de haber sido infinitamente retratada por la ficción y trabajada en el ámbito social, sigue siendo un terreno relegado a las sombras.
 
Moonlight se suma a esa larga lista de películas con una función predominantemente social, y por ello no extrañan sus 8 nominaciones a los Premios de la Academia como un mecanismo de sensibilización de una organización ampliamente criticada por su narcisismo y vacuidad. Dividida en tres secciones, según el nombre (‘Little’, ‘Chiron’ y ‘Black’) con el que el protagonista es identificado a lo largo de su vida, la dinámica cámara de Jenkins acompaña a Chiron desde una niñez marcada por la adicción al crack de su madre y los abusos de sus compañeros de colegio, pasando por una juventud de acercamiento identitario hasta llegar a su madurez, ya convertido en un físicamente imponente jefe de la droga que sigue luchando contra su introversión y sus traumas. La dimensión poética aportada por la hipnótica fotografía de James Laxton complementa una historia enfocada, principalmente, a la adaptación de un chaval a un determinado modelo de masculinidad en un ámbito marcado por la marginación económica y racial.
Moonlight es, a ratos, mucho más lírica que narrativa, dejando a la imaginación del espectador la interpretación de sus numerosos símbolos cromáticos. Las dos primeras secciones, ‘Little’ y ‘Chiron’, concentran la verdadera fuerza transgresora y emocional del filme, que en el camino a su resolución va difuminándose hasta caer en una zona gris de conformismo. Es en esas dos primeras partes donde el espectador conoce a los personajes y sus situaciones personales, con unas actuaciones que sobresalen notoriamente; especial mención merece el jovencísimo debutante Alex R. Hibbert, cuya actuación serena y contenida, si bien pasará desapercibida para muchos, en ocasiones llega a transmitir mucho más que las de sus compañeros adultos.
 
Tanto ‘Little’ como ‘Chiron’ se salen de la zona de confort al cuestionar el funcionamiento de diversas estructuras sociales con mensajes muy sutiles pero efectivos: el jefe de la droga convertido en figura paterna que defiende a los homosexuales, la madre que antepone sus problemas a su rol familiar, el amigo que enmascara su sensibilidad tras el papel de macho despreocupado… Y de fondo, un escenario marcado por la identidad de clase, consecuencia directa de la identidad racial. Temas en los que Moonlight no es pionera, pero sí notablemente sensible, al ofrecer una mirada interna que se aleja del tratamiento compasivo. Desgraciadamente esa fuerza inicial no es, como ya se ha señalado, constante; a medida que el guión deja atrás las preguntas y se acerca a las respuestas, se va eliminando la complejidad de su mensaje para concluir de una manera cómoda. Las cuestiones delicadas se dejan al aire, a libre interpretación o como dilemas irresolubles, y se deja de poner a prueba la capacidad crítica del espectador para sumergirlo en un espectáculo bello y poético, sí, pero con un tinte demasiado frívolo en cuanto a lo que parecía el planteamiento original: cuáles son los factores de desarrollo de determinados modelos de masculinidad.
 
No se puede culpar de esta frialdad únicamente a Moonlight; no es la primera película transgresora que, sometida a un análisis crítico, resulta ser más vacía de lo que parecía en el primer visionado. Puede deberse a que el cine no es el medio definitivo para el desarrollo de una tesis, sino un acercamiento narrativo y visual a cuestiones del ámbito social. Y en este sentido Moonlight brilla sin problemas: es una muy buena película. Pero por la propuesta transgresora que parecía traer consigo, es inevitable quedarse con ganas de una mayor explotación de sus capacidades para considerarla realmente una de las apuestas más fuertes del año.

Puntuación: 7.5/10
Celia Carrió (elcineenlasombra.com)