Título original: Jagten (The Hunt).
Fecha de emisión: 4 de noviembre, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros de la comunidad educativa del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español. Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.
SINOPSIS
Tras un divorcio difícil, Lucas, un hombre de cuarenta años, ha
encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y trata de reconstruir su
relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo empieza a ir mal: un
detalle cualquiera, un comentario inocente y una mentira insignificante
que se extiende como un virus invisible sembrando el estupor y la
desconfianza en una pequeña población...
TRÁILER
CRÍTICA 1: Algo huele a podrido en Dinamarca.
Nuestra sociedad está enferma. Ver hechos como los de la maratón de
Boston, atentados en nombre de la religión o la independencia, los casos
de pederastia de la iglesia católica, los numerosos casos de violencia
doméstica....Acciones oscuras y sin sentido, donde la psique humana coge
caminos vergonzosos y que, por momentos, llegan a hacernos perder la
esperanza en nuestra misma gente, a ser negativos, desconfiados, mirara a
nuestro vecino por encima del hombro; dedicarle una sonrisa para luego
cuchichear en la "seguridad" de tu hogar que secretos esconderá. Quien
mejor lo expresó visualmente, o uno de ellos, fue David Lynch en el
prólogo de la imprescindible y enferma Terciopelo azul, con esa mirada
bucólica de un barrio residencial con todas las casas pintadas, los
jardines bien arreglados y un pequeño detalle violento que corroe esa,
en teoría, ilustre sociedad.
Desde un hecho pequeño igualmente, un rumor apenas ( desde un principio sabemos que el delito imputado al protagonista no es cierto; no estamos ante un thriller o una película de misterio sino ante un drama sobre la descomposición del núcleo social ) vemos como los habitantes de una pequeña localidad acusan al profesor de una guardería, Lucas ( un inmenso y contenido Madds Mikkelsen, todo rabia interior ), como ese rumor se convierte en un germen que crece enfermando a toda la comunidad y sin solución de cura, ni siquiera cuando la acusación ha sido desestimada. Los pensamientos de la gente ya han sido contaminados, el virus se extiende y no hay cura posible.
Sorprende que el mismo fin de semana que se estrena entre nosotros la bienintencionada y optimista Promised Land llegue
este drama íntimo pero desolador y turbio que es La caza ( jagten, 2012
) dirigida por Thomas Vinterberg, uno de los padres del Dogma 95 ( si
bien la fama se la llevó el más mediático Lars Von Trier, el cual
rápidamente dejó de lado su decálogo de trabajo ) quien vuelve a
traernos un relato pesimista y triste de la sociedad actual aunque no
tan directo como Celebración (1998).
Desde un principio la película no quiere jugar con la ambigüedad de
saber si el protagonista es culpable o inocente, sino mostrarnos como
ese pequeño rumor dicho por la joven y angelical niña pervierte las
mentes de los adultos, quien creen a la niña ( pues los
niños siempre dicen la verdad, como se apunta en el film ) y el infierno
llegará a Lucas, un profesor apuesto y atento, divorciado pero al
cual parecía que la vida se comenzaba a enderezar ( su hijo Marcus se va
a ir a vivir con él, entabla una relación romántica con una compañera
de trabajo ); para más inri la niña que ha soltado esa acusación es la
hija de su mejor amigo.
Así vemos un relato pesimista, negativo y opresivo, donde tanto la dirección de Vinterberg ( muchas de sus secuencias están dirigidas cámara en mano, acercándose mucho a sus actores y provocando una sensación de opresión durante gran parte del metraje ) como la labor de sus actores con un ejemplar Mikkelsen (premiado en Cannes 2012 ) aunque sin obviar a grandes secundarios como son Thomas Bo Larsen ( Como Theo el mejor amigo del protagonista y padre de Klara, la niña que ha realizado la acusación ) o Susse Wold como Gretchen la directora de la guardería. Aunque hay secuencias ancladas en la navidad, donde ese espíritu festivo choca con la tristeza de lo narrado no hay lugar para el perdón, no estamos ante un film capriano ni optimista sino ante un triste, paranoico y desasosegante relato sobre la amistad, la convivencia, la venganza.
La sensación de malestar se va haciendo cada vez más presente, hasta que llega un punto en que parece que no puedas respirar. La acción poco a poco se va haciendo más opresiva, con secuencias que, no por ya vistas o esperadas, no dejan de tener fuerza. Eso sí, el director juega mejor sus cartas cuando usa la sugerencia antes que el trazo directo: escenas como la pelea con la novia, la del supermercado, la perra de Lucas o la misa de navidad tienen fuerza, sí, pero más poder y dramático tienen esa extraña conversación en la guardería cuando Lucas no imagina lo que se le viene encima o la reunión de padres, por ejemplo. Estriste a la vez que real el ver como una idea soltada por una riña se convierte en todo un mundo, como de repente todos los niños acusan a su profesor, aún peor, alentados por sus propios padres. Incluso cuando la niña dice que todo se lo inventó y que Lucas es inocente, sus propios padres dicen que no, que ella tenía razón La película entonces deviene una especie de cara B de otro film que habla sobre la enfermedad e la sociedad actual, si bien desde un prisma más de género como es Eden Lake de James Watkins ( 2008 ).
El símil de la caza, donde los hombres masculinos dedican jornadas
en equipo y como celebran la llegada a la edad adulta de los jóvenes con
una jornada de caza, es una metáfora quizás demasiado directa pero
funcional a la par que ese final, el cual quiere jugar con
una ambigüedad no muy necesaria de cara al propósito del film: no hay
lugar para la redención ni el perdón, la sociedad está rota.
Aunque la labor de Vinterberg es muy acertada en gran parte de su
metraje, lo más destacable es la dirección de actores. Sin obviar a
algunos secundarios realmente espléndidos, el film ES Madds Mikkelsen.
El ascendente actor danés realiza una interpretación conmovedora,
triste, y lo mejor aún ( y para mí nada esperado ) muy sutil y
contenida. Lucas poco a poco ve como todas las puertas se le cierran,
como es aislado de esa pequeña comunidad sin poder ver a sus vecinos,
amigos, a su propio hijo pero en ningún momento explota, su rabia queda
en su interior, su tristeza, su malestar.Muchos
actores podrían haber caído en la sobreactuación si bien Mikelsen, ese
actor de rostro tan característico ( usado en film como Casino Royale o ahora triunfando en la TV USA con su genial Doctor Hannibal Lecter
de la serie homónima de la NBC ) pero que aquí desprende
una multitud de sentimientos a través de sus miradas, sus silencios. El
mejor ejemplo es la escena de la misa de Navidad, donde el protagonista
realmente acaba explotando por las miradas y comentarios de sus vecinos
pero Mikelsen se queda en el tono justo, provocando el estallido
dramático pero sin en ningún momento perder los papeles, contenido a la
par que elocuente y expositivo. Su labor es contagiosa, encomiable en un
grandioso trabajo de contención dramática.Su actuación
es otro aliciente de un film duro, que provocará debates pero que no
debemos dejar escapar.
José Raúl Pérez Vergara (noentiendoelfinal.blogspot.com)
CRÍTICA 2: Crueldad e inocencia.
“La caza” estremece en sus primeros planos y deja sin aliento en los últimos. Una película que corta la respiración, que cuenta con una excelente dirección de actores y con un gran Mads Mikkelsen.
El reclamo promocional de “La caza” (ver tráiler) resume a la perfección la sensación de pesadumbre y desazón que deja la cinta de Thomas Vinterberg: «Una mentira puede destruir a un inocente», y así sucede desde el momento en que Lucas es acusado de haber abusado sexualmente de varios niños de la escuela en que trabaja. De la noche a la mañana, su mundo se desmorona cuando se le impide ver a un hijo cuya custodia perdió tras el divorcio, cuando sus amigos le dan la espalda y comienzan a evitarle, cuando sufre en el pueblo un verdadero escrache que llega a una crueldad extrema. El espectador conoce en todo momento su inocencia, y también entiende los motivos que llevaron a la pequeña Klara —hija de su mejor amigo— a decir esa mentira que se propagó como la pólvora y que enturbiaría para siempre el ambiente del lugar.
La primera escena en que la niña pide ayuda a Lucas porque está perdida y tiene miedo de pisar las rayas del suelo, dice mucho del carácter frágil de uno y entrañable de otro y genera un clima de tensión que amenaza ya con tormenta. Resulta fácil ver la inocencia de esa pequeña que solo busca la seguridad y el cariño que no encuentra en casa —y que repite lo que oye—, y también el desconcierto y desesperación de ese inocente culpable al que nadie da crédito y que sufre la soledad en silencio. Más difícil es comprender a esos adultos que son reflejo de una sociedad patológicamente hipersensibilizada en la que un gesto de cariño y atención a un niño es visto con malicia, en la que se presume el principio de culpabilidad ante la mínima sospecha o calumnia esparcida a los cuatro vientos. Porque una vez lanzada la piedra, la herida ya está hecha.
A lo largo de la trama, Vinterberg hace reiterados llamamientos a la conciencia de sus personajes y alienta sus remordimientos ante la injusticia que se está cometiendo —hasta el clímax alcanzado en la iglesia en Nochebuena, con una tensión que corta la respiración y una crítica a la hipocresía puritana de la comunidad—, pero no todos responden de la misma manera porque la lucha entre la verdad y la libertad no siempre se decanta hacia el mismo lado.
En la película, hay trampa narrativa —el espectador sabe la verdad y lo observa todo desde fuera—, y también encontramos giros dramáticos encaminados a la empatía emocional con su protagonista. En ese alejamiento y aproximación a lo que se nos cuenta radica el éxito de la cinta, siempre controlada en sus emociones por el director y por un gran Mads Mikkelsen, premiado en el Festival de Cannes de 2012. Desde su conmovedora interpretación y el potente efectismo dramático de la puesta en escena, se consigue que fijemos nuestra atención más en la inocencia del adulto que en la de la niña, y más aún en la negrura del corazón de unos vecinos que en un delito que nunca existió. Frialdad fotográfica, excelente dirección de actores —sobre todo con la niña Annika Wedderkopp—, y un realismo y frescura que son herencia —lo poco que queda— del Dogma 95 del que Vinterberg fuera co-fundador.
El filme estremece desde sus primeros planos y deja sin aliento en los últimos, para hacernos ver la fragilidad de la vida y la facilidad para hundir a alguien en la nada, así como una ligereza y locura colectiva que no repara en el daño causado cuando se duda de alguien y se le ataca. Por eso, duele el linchamiento moral y físico al que someten a Lucas, pero más aún la ceguera de unos individuos que ni se conocen a ellos mismos ni conocen a sus niños. Solo nos queda esperar que, para entrar en la edad adulta, no sea necesario recibir un rifle de regalo como el hijo de Lucas, porque entonces habrá que preocuparse y prepararse para vivir entre la crueldad y la inocencia.
Calificación: 7/10.
Julio Rodríguez Chico (labutaca.net)
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