sábado, 2 de diciembre de 2017

Paterson (2016)

CURSO 2017-2018. SESIÓN 3

Título original: Paterson.
Fecha de emisión: 15 de diciembre, a las 17:00 horas.
Lugar: Salón de actos del I.E.S. Cándido Marante Expósito.
Entrada gratuita. Proyección exclusiva para los miembros del I.E.S. Cándido Marante Expósito. Largometraje expuesto en VO con subtítulos en español.
Presentación a cargo de Roberto A. Cabrera.




SINOPSIS

Historia sobre un conductor de autobús y poeta aficionado sobre las pequeñas cosas llamado Paterson, que vive en Paterson, New Jersey.


TRÁILER



CRÍTICA 1: Poemas y encuadres.

Los referentes empleados por Jim Jarmusch no son esta vez cinematográficos o musicales. No hay ecos de Seijun Suzuki (Ghost Dog) ni western abstracto con William Blake, Franz Kafka, Buster Keaton y Robert Bresson en la recámara (Dead Man). No hay cine de episodios ni relatos de fantasmas (Mystery Train, Noche en la Tierra), ni los mitos de Fausto y Don Juan (Flores rotas), el cine de evasiones carcelarias (Bajo el peso de la ley), el espectro rockero (Mystery Train, Year of the Horse, Gimme Danger) o la adecuación del temario vampírico (Solo los amantes sobreviven). Por no haber, ni tenemos otra paisajística neoyorquina (Permanent Vacation, Extraños en el paraíso).

No, esta vez Jarmusch recurre a la poesía, una de sus primeras pasiones, desarrolladas antes que la música y el cine pero practicada solo en la intimidad. La poesía de William Carlos Williams. La ciudad de Paterson, en New Jersey. De hecho mucho más que una ciudad. El filme se titula así porque atañe a ese espacio geográfico que Jarmusch filma como ha filmado las ciudades de Nueva York, Nueva Orleans, Memphis y Detroit –incluso el Madrid de Los límites del control–, entre la observación cotidiana y la geografía fantasmática. Pero también es el nombre de su personaje principal, notable Adam Driver tras habernos matado a Han Solo, y el título de una de las obras poéticas más importantes de William Carlos Williams. Así que Paterson, la película, se corresponde con un personaje, un espacio y un texto poético, igual de protagonistas los tres.

Más cerca de Extraños en el paraíso que nunca, Jarmusch exprime de manera bella, honda y consecuente su forma de entender el relato cinematográfico capturando los tiempos muertos, las repeticiones y las pausas en la vida de sus personajes. Son siete días, de lunes a lunes, en la existencia de un conductor de autobús que escribe poesía sin rimas hecha a partir de esos mismos motivos cotidianos; una caja de cerillas de una parca y diseños concretos, por ejemplo. Paterson, el conductor, se levanta cada mañana en un plano idéntico, desayuna, realiza su trabajo, aprovecha esos tiempos muertos clave en el cine de Jarmusch para escribir fragmentos de sus poemas, regresa a casa, pone bien el poste del buzón, conversa (más bien escucha) a su compañera, observa como pinta todo lo que encuentra a su paso (cortinas y vestidos, sombreros y faldas, en otra repetición circular), pasea el perro y pasa las últimas horas del día en un bar que, como todo microcosmos jarmushiano, encierra personajes diletantes, amantes que no entienden que el amor ya pasó y memorabilia de la ciudad, el comediante Lou Costello, nacido en Paterson, en cabeza.

La belleza de las cosas simples. Suena a tópico, pero así es. El arte de la repetición, o como construir un relato lúcido (y a ratos también lúdico) a partir de la reincidencia no solo de las mismas situaciones, si no en la manera de encuadrarlas y modularlas. Porque el tono es esencial en el cineasta, más que en cualquier otro, y esta vez el tono es cinematográfico pero pautado por la creación poética. Otro detalle precioso: los sonetos de Paterson son leídos por él mientras los escribe y Jarmusch sobreimpresiona el texto en la imagen, dos informaciones al mismo tiempo que, lejos de ser retóricas, nos acentúan el placer de mirar y el de escuchar.

A favor: todo, de Adam Driver a la duración de cada plano.

En contra: nada.

Quim Casas (sensacine.com)


CRÍTICA 2: 'Paterson': poética de la vida ordinaria.

Paterson es conductor de autobuses. Y poeta. Cada día, antes de iniciar su jornada de trabajo, retoca los versos que va anotando en su cuaderno. Encuentra la inspiración en la realidad más cotidiana: en las charlas que mantiene con su mujer Laura, en los trayectos en el bus por las calles de la ciudad con la que comparte nombre, en las conversaciones que pesca de los pasajeros (esos chicos escapados de 'Moonrise Kingdom' rememorando al anarquista italiano que vivió en Paterson, Giuseppe Ciancabilla), en la caja de cerillas de la cocina, en los encuentros fortuitos mientras pasea a su perro Vincent, en las visitas a su pub habitual... Paterson (un Adam Driver brillante en su contenida interpretación) practica una poesía de versos libres y austeros que celebra la belleza de elementos cotidianos. Como el propio cine de Jim Jarmusch.

'Paterson', la película, toma en sí misma una forma poética, no tanto en su expresión visual como en su estructura narrativa. A la manera de un poema de siete estrofas, el film se despliega como una variación de la vida diaria del protagonista a lo largo de una semana. El ritmo interno viene marcado por esta cadencia de la rutina: dentro de un mismo patrón general que se reitera, los detalles confieren una musicalidad distinta. Jarmusch juega además con los pareados a través del motivo visual de los mellizos. Y ofrece, a modo de guiño autoreferencial, una serie de rimas con sus películas anteriores: los travellings laterales que resiguen una línea de casas como en la Nueva Orleans de 'Down by Law' (1986); la reaparición de Nagase Masatoshi, el actor protagonista de uno de los segmentos de 'Mistery Train' (1989); la escritora adolescente con la que el protagonista discute de Emily Dickinson como eco de esa niña con la que el samurái de 'Ghost Dog' (1999) hablaba de 'Frankenstein'; la caja de fósforos como motivo visual recurrente en la línea de 'Los límites del control' (2009)...


El ritmo interno viene marcado por esta cadencia de la rutina: dentro de un mismo patrón general que se reitera, los detalles confieren una musicalidad distinta


Jarmusch nos sumerge en esta celebración de la vida cotidiana por parte de un artista amateur a través de sus propios códigos. La práctica poética de Paterson se encuentra en las antípodas de la institución Arte y aquí reside también su encanto. El macguffin dramático que recorre la película gira en torno a la posible publicación de su obra, la única frontera que separa a Paterson de convertirse en un poeta también de oficio. A ello le anima Laura, un personaje con su universo visual propio, a quien le gustaría que el talento de su esposo tuviera un reconocimiento público. (Aunque, todo hay que decirlo, la protagonista femenina que encarna Golshifteh Farahani representa la principal objeción a una película tan magistral como 'Paterson'.

Por momentos, Jarmusch se muestra incapaz de valorar la pulsión artística de Laura con el mismo baremo que la de su marido. La estética entre suprematista y pop en blanco y negro que Laura aplica a todo su entorno y sobre todo a las magdalenas que hornea en su casa parece más fruto de un capricho excéntrico de una ama de casa ociosa que su manera de vivir, como Paterson, la cotidianidad desde una óptica poética. Afortunadamente, Jarmusch consigue reajustar el desarrollo del personaje justo cuando más peligro corría de desfigurarlo...).


'Paterson' es la más kaurismäkiana de las obras de Jarmusch; resulta más subversivo encarar las películas desde un optimismo humanista que desde un pesimismo siempre facilón


Aki Kaurismäki dio un tumbo al registro de sus películas a partir sobre todo de 'Un hombre sin pasado' (2002). El finlandés constató que, a partir de cierta edad y ante el estado de las cosas en el mundo, resulta más subversivo encarar las películas desde un optimismo humanista que desde un pesimismo siempre facilón. 'Paterson' es la más kaurismäkiana de las obras de Jarmusch, más incluso que ese homenaje explícito al maestro que surgió del frío que es el episodio 'Helsinki' de 'Noche en la Tierra' (1991). No solo por el tipo de encuadre y el tono de aires azulados que presiden las secuencias en interiores a la manera de la fotografía de Timo Salminen, los gags de humor introspectivo, la fobia a la tecnología propia del siglo XXI de la que hace gala el protagonista (con una actitud menos arrogante que la del personaje de 'Solo los amantes sobreviven') o el protagonismo que cobra el personaje canino, Marvin.

El estadounidense opera aquí también una muda respecto a su tono habitual. Como en el cine de Kaurismäki, en 'Paterson' se lleva a cabo una celebración de la vida ordinaria de un trabajador que mantiene un potente vínculo de hermandad con su entorno cotidiano (se compañero de trabajo siempre quejoso, los habituales del bar donde para cada día a tomarse una caña, su esposa siempre atareada con algún proyecto insólito...). El día a día se entiende no como forma de enajenación sino como antítesis popular de la épica. Y no deja de existir una proyección utópica en el retrato de esta comunidad en la que se mueve el autobusero poeta. Paterson, la ciudad, funciona a la vez como una localización concreta con sus referentes propios e idiosincrásicos, empezando por su poeta insignia William Carlos Williams, y como un espacio idealizado de una rutina sin conflictos que permite ser vivida desde esta percepción poética.

'Paterson' es la película más luminosa que ha firmado Jim Jarmusch hasta el momento, la primera en que deja prácticamente aparcada esa actitud cool de estrella del rock de vanguardia que le pesaba tanto a la anterior 'Solo los amantes sobreviven'. Desde la veteranía, el director de 'Stranger than Paradise' construye una emotiva oda al artista amateur que deviene un manifiesto actualizado sobre su forma de entender el arte. Así que no cierren todavía sus listas de lo mejor del año...

Eulalia Iglesias (elconfidencial.com)


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